Hola, David: he sabido que la Fiscalía de Madrid solicita pena de prisión de un año y diez meses, además de una multa de unos 3.000€, por un comentario que publicaste en tu cuenta de Twitter hace dos años. El tuit en cuestión, chiste lo llamas tú, habla sobre una mamada de una mujer con Síndrome de Down y las babas que supones que caracterizan a las personas de esa condición. A raíz de tu comparecencia en el juicio, he repasado tus tuits, leído entrevistas y revisado algunas de tus intervenciones. En un periódico digital comentas que el humor es generacional y que, por eso, las personas que tienen alrededor de 50 y 60 años no te entienden y pueden llegar a preguntarse quién es ese loco (Público, 3-12-2021). A mí, que ando rondando los 50, me hace gracia que achaques a la edad la falta de comprensión de tu sentido del humor. «Además de vejeta, esaboría», como diría una amiga mía andaluza. ¡Vaya por Dios! Cómo si no nos bastara con cumplir años, ahora también resultará que perderemos capacidad para captar la finezza de un buen chiste. Personalmente, jamás habría asociado el sentido del humor a la edad y sí a la inteligencia. Serán los años, supongo.

No tiene nada que ver, pero este episodio me ha recordado al de unos chavales que rellenaron unas galletas de chocolate con pasta de dientes, pillaron a un indigente y le dijeron que eran unas Oreo. El pobre hombre, que debía andar muerto de hambre, se las comió y los chavales, que se lo pasaban pipa a su costa, grabaron su reacción para compartirla con todos sus seguidores. Ya te he dicho que no tiene nada que ver con lo tuyo, pero lo de mofarse de los más vulnerables ha sido lo que me ha hecho conectar un hecho con otro. Personalmente, el sentido del humor me ha salvado. Sobre todo, reírme de mí misma y yo, como tú, creo que no hay que ponerle muchos límites a la expresión, pero he de reconocer que tu chiste me ha dejado un sabor agrio.

Verás, resulta que trabajo con personas con necesidades de apoyo y, además, tengo el inmenso honor de ser la hermana de una mujer con Síndrome de Down. Al leerte, lo primero que sentí fue un vuelco en el estómago y, ¿sabes por qué? Porque mi hermana no te habría entendido y reírte de la condición de alguien, sin que ésta pueda comprender el alcance de tu comentario de mal gusto, la convierte en más vulnerable. Sentí un vuelco en el estómago porque mencionas las babas, un estereotipo y una manera de describirles, muy tópica, por cierto, que les hace parecer, nuevamente, frágiles. Sentí un vuelco en el estómago porque un tipo como tú, con tantísimos seguidores, podría haber usado su potencial para reírse con ellos y no de ellos. Para lanzar un mensaje de respeto hacia las mujeres (hacia todas), de capacidad, tolerancia e igualdad.

Dicho esto, me parece que un año y diez meses es desproporcionado y me da a mí que el delito de odio debería ser revisado. Así que, suerte. Antes de despedirme, me gustaría desearte que conozcas a personas con necesidades de apoyo. Te enseñarán mucho. Puede que, incluso, a hacer humor inteligente. Saludos.