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Julio Monreal

EL NORAY

Julio Monreal

La hora de Marzà

El conseller Vicent Marzà. | G.CABALLERO

La anunciada marcha del síndic de Compromís en las Corts Valencianes, Fran Ferri, para recuperar su actividad privada tras una década en el Parlament, ha provocado un terremoto en el seno de la coalición soberanista y ha abierto la posibilidad de una remodelación en el Ejecutivo emanado del Pacte del Botànic. Tanto los afectados más directamente como sus socios de gobierno han decidido que lo que sea sonará al principio del nuevo año, tomando las fiestas navideñas para reflexionar y, una vez más, para medir las fuerzas que se aglutinan ahora bajo la denominación Més, resultado de la confluencia de los nacionalistas del Bloc, los antiguos comunistas de Iniciativa, los Verdes-Equo y los adscritos directamente a la coalición bajo la denominación de Gent de Compromís. La sustitución de Ferri como portavoz de los de la sonrisa naranja es lo que ha abierto la caja de Pandora que amenaza con romper el delicado equilibrio existente en la coalición. Hay dos caminos, y ninguno de los dos es recto. Ferri, referente del Bloc, puede ser sustituido por alguien de su misma adscripción o por quien aún hoy figura como síndica adjunta, la diputada alicantina Aitana Mas, en las filas de Iniciativa, el partido que encabeza Mónica Oltra. La singular arquitectura interna de Compromís lleva a pensar que la portavocía continuará en manos de la mayoría nacionalista, pero en cuanto ha saltado por sorpresa la posibilidad de que Vicent Marzà deje la Conselleria de Educación para ser síndic en las Corts se han disparado todas esas alarmas que llevan años esperando ser accionadas. Hace falta un mínimo repaso histórico para enmarcar la situación actual en la coalición soberanista. El Bloc Nacionalista Valencià (antes Unitat del Poble Valencià) se mantuvo durante tres décadas peleándose con el listón del 5 % que decidía si se obtenía o no representación en las instituciones. Allí estaban Pere Mayor, Enric Morera, Aureli Ferrando y muchos otros picando piedra con resultados casi siempre desalentadores. La ruptura de Esquerra Unida tras el enfrentamiento entre Gloria Marcos, por un lado, y Mónica Oltra y Mireia Mollà por otro, con expulsión de estas últimas de la formación en la que militaban, facilitó la confluencia de su nuevo partido, Iniciativa del Poble Valencià, con los nacionalistas primero y con los verdes después. Las camisetas reivindicativas que la hoy vicepresidenta de la Generalitat exhibía en las Corts durante los debates broncos del caso Gürtel la convirtieron en líder indiscutible de una coalición en la que ella ponía el rostro y la voz y el Bloc aportaba la militancia. El equipo apuntó maneras en las autonómicas de 2011 y cuajó como alternativa de gobierno en 2015. Sin embargo, el BNV que suscribe el Pacte del Botánic ya no es el de Mayor o Morera, pese a que éste vio entonces reconocida su trayectoria con la presidencia de las Corts. Una hornada de jóvenes había tomado el relevo en el momento de asumir por primera vez responsabilidades de gobierno. Y ahí estaban el propio Fran Ferri, Maria Josep Amigó, Pere Fuset, Águeda Micó… Y Vicent Marzà. Casi desde el primer momento este grupo de referencia del nacionalismo valenciano receló de la concentración de poder en las manos de Mónica Oltra y su formación de origen, Iniciativa. Durante meses, años, ellos mismos y sus amplios entornos alimentaron la especie de que estaban a punto de rebelarse contra la primacía de la vicepresidenta y los suyos y siempre el conseller Marzà era el señalado como cabeza de ese movimiento llamado a cambiar los equilibrios establecidos desde cuando hubo que reconocer quién sacó al Bloc del pozo en el que estuvo casi siempre y lo llevó a los sillones azules reservados para el Govern en las Corts. Aunque todos señalaban a Marzà como el contrapoder de Oltra, el titular de Educación nunca ha alimentado, ni en público ni en privado, esa candidatura. Es más, hasta el anuncio de la marcha de Ferri, hace días, el conseller parecía más cerca de abandonar la política que de continuar en ella, y menos aún de iniciar una nueva etapa institucional. Durante los últimos meses, Marzà parecía huir de los focos, centrado en el trabajo interno de la Conselleria, muy alejado de la representación del papel que sus próximos le venían otorgado. Pero la salida de Ferri parece haber cambiado las cosas, especialmente en relación con la apuesta clara que Mónica Oltra ha realizado por la iniciativa que a escala estatal encabeza la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz. La número dos de la Generalitat siempre se muestra más próxima a sensibilidades de Unidas Podemos o Izquierda Unida que a los nacionalistas del Bloc, y eso a estos les saca de sus casillas. Es probable que la marcha de Ferri haya creado las condiciones de presentar, por fin, batalla a campo abierto, apostando por Marzà como portavoz en las Corts Valencianes, aunque a priori ese puesto tenga menos visibilidad que la Conselleria de Educación. Eso puede ser así o no. Depende de la ambición de su titular. Mónica Oltra es toda una referencia en la política valenciana, pero ha perdido ya dos elecciones autonómicas como líder de Compromís frente al socialista Ximo Puig y es poco probable que opte una tercera vez a las autonómicas. Por ello se habla una y otra vez de la posibilidad de que opte a la Alcaldía de València o que lidere la lista a Madrid del fruto de ese movimiento a la izquierda del PSOE que cinco mujeres escenificaron hace unas semanas en el escenario del Teatro Olimpia. Vicent Marzà tiene más futuro político en la Comunitat Valenciana que Mónica Oltra, y parece haber llegado la hora de que asuma la responsabilidad que los suyos le asignan entre bambalinas. El relevo de Ferri será la prueba de si las cosas continúan en Més Compromís como hasta ahora o si se abre una etapa con un nuevo liderazgo y sensibilidades diferentes. Pero eso será después de Reyes. Hasta entonces proliferarán las llamadas y los conciliábulos. No se sabe cuánto falta para unas nuevas elecciones autonómicas, pero como mucho quedan 16 meses, y ese es más o menos el tiempo necesario para forjar un nuevo escenario, si es que los protagonistas quieren cambiar algo en el teatro de la política valenciana.

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