Hoy escribo dirigiéndome a la juventud. Una pandemia nos acecha durante largos años –el capitalismo/patriarcado– y permanecer alerta sólo es posible si destripamos el discurso oficial que nos rodea, edulcorado e impuesto por las fuerzas del capital, las reglas patriarcales, así como el beneplácito del Poder. Dirijo mi última monserga del 2021 a estudiantes de instituto de secundaria y/o universitarios, jóvenes explotados prematuramente por el trabajo precario, por empresas privadas, o, en definitiva, por un mercado neoliberal que deshumaniza toda existencia.

1. La conciencia de clase no es opción, sino obligación. El mundo se divide en opresores y oprimidos. La riqueza mundial está en manos de una ínfima minoría. Vivimos engañados por el espejismo de la «clase media».

2. La clase obrera no esquía, ni se desplaza en automóvil de alta gama, ni viaja regularmente en AVE. El proletariado trabaja, sobrevive y respira en condiciones precarias. Su transporte público es precario, como precaria es su cotidianidad, sus vacaciones, su ser.

3. El capital nos mata lentamente. Su plan es inteligente: el darwinismo social, la competitividad, afán por el dinero, egoísmo sin límite, explotación de mujeres, ausencia de cooperativismo, sacralización del trabajo precario, ansia por acumular –euros, coches, casas, viajes– y dependencia –adicción– a los bancos, garantes de hipotecas y otras mierdas.

4. Desobedece. Familia, profesorado, vecindario, amistades… Nadie escapa a la tiranía capitalista. Búscate un refugio, combate la maquinaria de opresión diaria, evita que te trague el rodillo de la «normalidad», dinamita el discurso paternalista/maternalista. Sumérgete en lecturas antioxidantes: Lidia Falcón, Carlos Taibo, Karl Marx, Aleksandra Kolontái, Thomas Piketty, Carlos París, Rosa Luxemburgo, Emma Goldman… Se suele discriminar a estas pensadoras y pensadores en espacios descafeinados como el universitario. ¡Hay otras realidades! ¡Marxista, anarquista, decrecentista, comunismo! ¡Búscalas!

5. El mundo grita: ¡necesito la revolución! Otro orden mundial será posible si la juventud regresa a las barricadas. ¿O pensáis que solucionarán vuestros problemas desde el Fondo Monetario Internacional? ¡Conciencia de clase!

6. Se puede vivir mejor con menos. El colapso ya llegó. Si entendemos tal principio decrecentista –insisto: se puede vivir mejor con menos– forjaremos un planeta sostenible, igualitario, saludable, armonioso, habitable… Erradicaremos enfermedades como la codicia, la contaminación, la violencia, la explotación humana, la violación de los derechos elementales de niñas, niños y mujeres… Dejaríamos de convivir con tanta enfermedad mental, ansiedad, depresión, suicidios…

Chicas y chicos, pensadlo. Este mensaje tiene un noble propósito: construir un 2022 radicalmente humano. Feliz Año Nuevo, a pesar de todo.