Queridos Reyes Magos: quiero este año expresaos mi entrañable agradecimiento por recibir de sus Majestades tan preciados regalos durante tantos años.

Cuando SSMM entren, esta noche, en las estancias de mi casa, recordad que no quiero la riqueza del oro, ni el aroma del incienso, ni el perfume de la mirra, dejadme la simiente para que en mi jardín crezca, esta próxima primavera, la esperanza.

Muy apreciado Melchor Puig:

Os pido la firmeza, la convicción de quien es consciente de que los reinados son temporales. Os pido que todos y usted mismo sepan que es el rey de una utopía, de una ilusión que defiende un modo de entender la vida, el de muchos niños como yo, que priorizan la igualdad y la solidaridad entre los hombres y las mujeres.

En la última cabalgata no le vi bien, quizá por el bullicio de la gente o la situación de sus pajes y de su séquito. Deseo, rey Melchor, que ocupe todo su trono y su imagen se proyecte y que desprenda el calor y la confianza de una organización en que con la solidaridad y la justicia han construido su carroza.

Estimado rey Gaspar Sánchez:

Como siempre, he dejado para vos el sueño más ambicioso, el cambio y el futuro. Quiero que si me equivoco, seas capaz de decírmelo, si hago novillos en mi responsabilidad que me dejes carbón. Quiero que me enseñes a defender con claridad y firmeza los servicios públicos de mis ciudadanos. Mis amigos son trabajadores y me han pedido que te diga que defiendas su bienestar y lo hagas con honestidad.

Os pido que cuidéis mi país, mi casa, mi partido, sin vagos ni arribistas para que me sienta cómodo, orgulloso de vivir en él. Últimamente una ministra nuestra ha visitado al Papa de la Iglesia Católica y lo ha hecho como representante de su gobierno, laico y democrático, llamando «Santo Padre» a un Jefe de un Estado antidemocrático. No me gusta.

Espero que el Papa entienda que la convivencia y la tolerancia pasan por la laicidad del Estado y así podamos ver cómo el Vaticano firme la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Espero que la Iglesia Católica esté arrepentida de perseguir y estigmatizar a colectivos de divorciados, madres solteras, gays, lesbianas y bisexuales.

Espero que la Iglesia Católica no sea machista y misógina y que acepte la plena igualdad para la mujer. Espero que la Iglesia apoye la investigación genética para aumentar las posibilidades terapéuticas para curar y prevenir muchas enfermedades. Espero que algún día la Iglesia reparta preservativos. Espero que el Vaticano democratice su país y pague por las violaciones a miles de niños y niñas por miembros de su Iglesia. Tal vez la ministra haya ido a pedirle todo esto.

Apreciado rey Baltasar:

Os pido que erradiquéis la mentira. La mentira consciente, premeditada, es el factor fundamental de la calumnia, de la injuria, de la corrupción. Quien ostentando el poder la utiliza como instrumento calculado de acción colectiva para conseguir sus objetivos es un corrupto.

La verdad es un derecho. Quien miente no es honesto y la honradez no es un valor añadido, es tan esencial que sin ella nada tiene sentido.

Querido Reyes Magos, por último os pido un futuro en el que la igualdad no sea un mero recurso retórico sino una realidad tangible para todos los ciudadanos y ciudadanas. No queremos que el pensamiento excluyente y desintegrador sea el hegemónico en nuestra convivencia colectiva.

Disculpad si he sido muy ambicioso en esta carta, pero sabed que me he portado bien, muy bien.