El creador de «Black Mirror» y su nutrido equipo de guionistas insisten con su paródica retrospectiva del año finiquitado en el falso documental de Netflix «Death to 2021», de nuevo desde un punto de vista muy anglosajón, marcado por las vacunas y, cómo no, por el asalto al Capitolio. Tampoco nuestros programas informativos han olvidado estos días la hipnótica manada iracunda recorriendo pasillos y despachos salvándonos durante unos minutos de la operación Mirra y las cabalgatas de Reyes.

La apocalíptica introducción de la pieza presenta un terrible 2021, peor que el anterior. Hasta asoma el volcán de La Palma. Sin embargo, no hay desarrollo posterior de la erupción y sus consecuencias. Las únicas alusiones europeas se limitan a unos segundos de las inundaciones en Alemania y a la hipocresía en torno a la Cumbre de Glasgow encarnada en el influencer convertido en activista climático viajando en jet privado de catástrofe en catástrofe. La preocupación ambiental no solo se manifiesta en la ola de calor en Estados Unidos y Canadá, también se cuela la referencia a «Seaspiracy», el documental que muestra el estremecedor impacto de la actividad humana en la vida marina. De la susodicha plataforma, por supuesto.

Editado con imágenes reales y declaraciones de ficticios expertos y ciudadanos de a pie, sin Trump y sin la novedad del primer episodio pierde gracia. Hugh Grant repite en su papel de historiador británico racista y monárquico, mientras que Lucy Liu, Tracey Ullman y Stockard Channing se incorporan al reparto interpretando a dos periodistas muy distintas y a una alcoholizada crítica cultural, respectivamente. Con ellas, el peso argumental se vuelca en los medios. La entrevista de Oprah Winfrey a Megan y Harry es considerada uno de los acontecimientos del año por el comentario sobre el color de la piel del hijo de la pareja conectándolo con la polémica racial de «Los Bridgerton», aupada a tema de interés planetario. El drama de época romántico cuya segunda temporada se estrena en marzo fue el gran éxito de Netflix hasta que llegó «El Juego del Calamar», que no podía faltar en este convenenciero repaso. Es la bobalicona «ciudadana media inglesa» quien menciona la serie surcoreana y deja el honor de personaje más conseguido a la norteamericana fanática seguidora de Trump, que estuvo en el Capitolio y es negacionista de mascarillas y vacunación. Perdida la chispa, mejor sería que Charlie Brooker volviera a imaginar episodios distópicos.