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Alfons Garcia

Lo de Marzà

El conseller Vicent Marzà. | G.CABALLERO

En estos días pródigos en encuestas no acabo de entender a los que airean el resultado vencedor del Partido Socialista en España cuando esos mismos sondeos le restan la posibilidad de gobernar. Entendámonos: ganar y no gobernar es un desastre, es un consuelo para tontos y el anuncio de un desastre para el que le ocurre lidiar con esta circunstancia.

¿Qué tiene que ver todo esto con Vicent Marzà? Pues que los problemas del conseller (y de Compromís) no son solo del titular de Educación y su partido, son problemas de toda la izquierda, aunque la tentación de la sonrisa ante la caída ajena no falte en estas tierras mediterráneas. Uno tiene la sensación de que la coalición valencianista, que ha resistido bien electoralmente y en las encuestas desde 2015 (aunque en progresivo retroceso), está entrando en un periodo de turbulencias. La sensación es que lo sucedido con Marzà es el inicio de un tiempo de zozobra que habrá que ver cómo finaliza.

Lo de Marzà, dicho lo más claro posible, ha salido de pena, porque si el objetivo, como así se ofreció, era fortalecer un liderazgo en Més Compromís por lo que pudiera pasar en el lado de la coalición que encabeza Mónica Oltra, el resultado es todo lo contrario. El conseller de Castelló queda tocado políticamente (interna y externamente) y el nuevo rostro que emerge es todo un enigma.

Tal vez Papi Robles apueste por la línea de estabilidad y solvencia que Marzà ha mantenido desde que es conseller y en sus intervenciones en Corts (la que representó Fran Ferri también), pero hasta ahora su papel en la ciudad de València, donde tiene el mando orgánico de Més Compromís, la ha situado en un lugar que a veces recuerda más al de las CUP en Cataluña. Quizá alguien no lo ha visto, pero las últimas encuestas también resaltan que la ciudadanía no lleva bien la falta de cohesión en los gobiernos. Desconfía. Quizá el vulgo no entiende este nuevo tiempo de coaliciones. O quizá entiende que tener diferentes miradas no significa desencuentros reiterados y sucesivos. Lo dicho sirve para València, la Comunitat Valenciana, España y el más allá.

Visto desde la distancia, sobre Compromís convergen en este momento tres vectores peligrosos: los problemas de liderazgo en Més (el partido supuestamente central); el futuro del proyecto de Yolanda Díaz y la posible implicación en él de la coalición entera, de una parte de ella o de nada de ella, y en tercer lugar, lo que pueda suceder políticamente con Oltra, con la derecha azotando ese flanco débil ahora. Las dos últimas líneas se entrecruzan, porque mucha de esa estrategia de acorralamiento a la vicepresidenta creo que está relacionada con su mayor o menor protagonismo en la escena estatal como aliada principal de Díaz. Dicho de otra manera, azotar a Oltra es una manera de erosionar a la vicepresidenta comunista y, por extensión, al Gobierno de izquierdas.

Lo que quería decir es que 2022 parece inaugurar un periodo delicado para Compromís. Y una crisis profunda en la coalición llevaría a una situación casi seguro insostenible para el Botànic. Y está claro lo que espera al otro lado, porque lo que también dicen todas las encuestas, sin remedio, es que la extrema derecha crece considerablemente. Es lo que hay. Posiblemente hay que pensar dos veces las alegrías.

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