El sector agroalimentario es percibido por parte de la sociedad como un sector tradicional, anclado a prácticas y técnicas que ya utilizaban nuestros abuelos hace varias décadas. Al fin y al cabo, ¿qué hay de innovador en consumir una naranja, degustar un plato elaborado con arroz de La Albufera o preparar una ensalada con verduras frescas? Esa percepción es completamente errónea. El sector agroalimentario innova en productos, servicios, técnicas de cultivo, tratamientos y en aquello que sea necesario para incrementar su competitividad y su capacidad de satisfacer las demandas de clientes y consumidores. Piensen, por ejemplo, en nuevas variedades, formatos de consumo (productos de IV y V gama), en el desarrollo de técnicas de cultivo más respetuosas con el medio (biotecnología), en la aplicación de tecnología al trabajo en el campo y en los almacenes (sensorización, robótica, empleo de satélites…) o en productos que llegan a nuestra mesa precisamente gracias a la apuesta por la innovación, como el caqui. En cualquier cultivo, siempre hay problemas que necesitan solución: nuevas plagas, la necesidad de adaptación a determinadas condiciones climáticas, la voluntad de ampliar el calendario de producción y comercialización, la gestión de los subproductos derivados de la manipulación o transformación previa a la comercialización… En un marco normativo y social en el que el respeto medioambiental es una obligación, son necesarias soluciones que ahondan en el concepto de economía circular y evitan el desperdicio alimentario. Para ello, las cooperativas colaboran con centros de investigación, universidades o empresas, impulsando y apoyando propuestas e iniciativas que pueden tener un impacto real en la actividad agraria. Esta misma semana, por ejemplo, se ha presentado PersiSKIN, un material textil elaborado a partir de excedentes y restos de cosecha del caqui, que ha sido desarrollado por LaserFood, una compañía valenciana. Se trata de una solución innovadora, que puede sustituir al cuero de origen animal, convirtiéndose en una salida adicional para la producción de nuestros agricultores que complemente sus rentas por la comercialización en fresco o la transformación en zumos y otros derivados por parte de la industria. Alrededor de esta idea se pretende, además, generar una industria manufacturera textil en la comarca de La Ribera, que beneficiará a la actividad económica de la zona y al conjunto de la población. Una iniciativa ambiciosa, que espero sea exitosa por el impacto que podría llegar a tener.