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Esquivel

La ventana

Francisco Esquivel

A ver ahora qué hago yo

No habría vuelto hasta hace un periquete y, sin embargo, ya echo en falta a Buenafuente. Aunque no poca plebe se mete en la cama a lomos de un buen libro, yo prefería embocar con la sonrisa provocada por vaya usted a saber qué secuencia de su variedad pizpireta de guiones. Solía acabar la jornada en esa guarida y, si mi equipo acababa de perder, se convertía en el analgésico más eficaz. Es que dar con algún título de la interminable cartelera que atenúe tus males, así a bocajarro, puede convertirse en una tarea titánica y ser peor el remedio que la enfermedad.

    Lo siento, pero no hay color. Alcanzar la medianoche escuchando a Raúl Cimas recordar que ha sido el cumple de Clint Eastwood y que lo ha felicitado porque, si no, él no llama pese a conocerse desde hace la intemerata ya que cuando estudió en Estados Unidos y tuvo que elegir entre Ética y western no se lo pensó y en el primer rodaje conoció a Clint, que no era nadie y lo mataban en la primera escena hasta que el de Albacete le dio unas indicaciones y ahí lo tenemos. No obstante, la película continúa porque, no se sabe cómo, con quien va poco después en un vagón el íntimo de «Harry el sucio» es con Valdano. Al percatarse de que querían matarlos por cuentas pendientes terminaron sobre el tren y, mientras les disparaban, el comentarista argentino seguía hablando de que si el Madrid... a lo que, harto ya de estar harto, su compañero de fatigas le espetó: «Jorge, cuando se huye, se hace en silencio». Tras cuarto de hora imbatible, el dolor por la mandanga de los tuyos en el área ha pasado a mejor vida.

    El modo en el que Andreu enfrenta un dislate de tal calibre, el humor inteligente al que le conmina la hija cada vez que «a lo mejó» –imitación descacharrante de Ferran Adrià- se pasa de frenada y la catapulta que su generosidad supuso hacia los Berto, Broncano... ha generado que broten liceos de distracciones para mi generación, una aún mayor, la suya y las que vienen detrás. Posiblemente también el Barça lo haya hecho volcarse «molt».  

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