Ay mamá», qué fin de semana. Hemos estado meses, quizá demasiados, esperando este momento. Sí, el momento. Y no, no ha sido fácil. Porque a veces, daba la sensación que deambulábamos sin rumbo por la «Calle de la llorería». O simplemente pensábamos: «Voy a morir de la desgana». Porque la situación sanitaria y mental, como ustedes saben, no ha sido sencilla. Pero. «Quién lo diría». Aquí estamos, reales, auténticos y con fortaleza, alejados de cualquier tipo de «Postureo», para abordar algunos temas de actualidad que no son nada desdeñables.

La «Culpa» es de ellos, sí. De Don Rafael Nadal Parera y de la capital de la Costa Blanca por excelencia y su Benidorm Fest. Dos ingredientes que nos hacen ser, en nuestra «Terra» y sin duda, «Mejores».

En el año 76, «Raffaella» aterrizó en el Festival de la Canción. Un ser querido y amado por todos, referente absoluto de Eurovisión, que pronto conoció las bondades de esta ciudad alicantina. Benidorm, por mucho que a algunos les pese, es esa ciudad que te hace decir («Make you say») en voz alta: «Sigues en mi mente». En la mía y en la de los más de 10.000.000 conciudadanos que han disfrutado de las tres galas. El festival que yo, y otros muchos, queríamos desde hace tiempo. Nuestro festival. Pero déjenme que ponga el modo «Eco» para desgranar algunas de las claves de este acontecimiento.

El festival ha sido todo un éxito gracias al trabajo incansable de las administraciones que han creído firmemente en el potencial de la ciudad y de la música. Horas y más horas de trabajo, esfuerzo y dedicación para que todo saliera perfectamente. La oportunidad era clara y se ha aprovechado como tal. La situación, como estamos cansados de ver en los medios de comunicación, no es la más deseable, pero los agentes de Benidorm han defendido con uñas y dientes su destino. El nuestro.

El president de la Generalitat Valenciana, por su lado, ha dado algunas claves en declaraciones recientes. Ahonda en el quid de la cuestión y lo hace de una forma certera. El festival ha supuesto, por encima de todo, dos cosas: recuperación emocional y asentar las bases de la estrategia para la recuperación turística.

Los participantes, en esta edición y bajo mi criterio, eran muy buenos (sin entrar en polémicas de ningún tipo). Unos te gustan más y otros te gustan menos. Pero el mensaje está ahí, y en más de un caso era totalmente necesario. Enhorabuena a Chanel por su tema «SloMo».

Llegados a este punto, si cabe, parece difícil hablar de Rafa. Tu Rafa, nuestro Rafa. Un hombre capaz de pulverizar todos los récords y demostrar al mundo que todo es posible. Ganador, a todos los efectos, del reciente Open de Australia. Y sí, contengo la respiración porque aún falta lo mejor: ¡¡Ganador de su 21 Grand Slam!! Rafa, tío, te sales. Gracias por habernos enseñado que a veces no se puede determinar con exactitud las cualidades de una persona. Aún más, cuando parece que esa persona no es de este planeta. Gracias, gracias y más gracias.

Y para finalizar, si me lo permiten, déjenme juntar los dos ingredientes estrella de este fin de semana en la coctelera. Porque, aunque no lo parezca, tienen más cosas en común de las que creemos. Rafa Nadal ha dejado atrás este fin de semana un largo historial de lesiones, tras meses sin jugar y con multitud de problemas a la espalda que hacían ver que, lo más factible a priori, pasaba por una retirada. Benidorm, con el impacto de la pandemia y el cierre masivo de hoteles, junto con el estigma del virus, ha sido golpeado con dureza.

¿Y qué es lo que pasa? Pues algo muy sencillo, que ambos se han dedicado a ser ellos mismos, a jugar sus cartas y a aprovechar sus oportunidades. A ser lo que de verdad son, sin artificios ni falsedades. A ser ejemplos de disciplina, trabajo, ambición, mentalidad ganadora, perseverancia, sencillez y humildad. Han sabido resurgir de sus cenizas y algún secreto más que se guardan para ellos mismos. ¿»Secreto de agua»? No lo sabemos. Pero son, por derecho propio, los grandes triunfadores del fin de semana.