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Julio Monreal

EL NORAY

Julio Monreal

Una ciudad entre dos mundos

Imagen panorámica de València. F . CALABUIG

Atascada y decadente, en parada biológica por sectarismo y afectada por una inseguridad jurídica que espanta a los inversores. Así ve la ciudad de València la candidata a la alcaldía por el Partido Popular, María José Catalá. Mientras, la que será su rival socialista en las urnas en mayo de 2023, la vicealcaldesa Sandra Gómez, retrata una ciudad que deslumbra, asomándose a un año que será mágico con los Goya y Berlanga, la capitalidad mundial del diseño, la del turismo inteligente, la referencia gastronómica que atrae la gala de las estrellas Michelin, el Maratón… Parecen mundos diferentes, dos ciudades distintas a los ojos de dos de las candidatas que pugnan por llevar las riendas del cap i casal, hasta el punto de que es difícil decidir si el cuerno de la abundancia que es símbolo de València tiene la boca hacia arrriba o hacia abajo.

Los salones del más que centenario Casino de Agricultura están acogiendo un ciclo de comparecencias de los portavoces municipales en el que los líderes políticos locales exponen, de uno en uno, su visión sobre València. El alcalde Joan Ribó fue el primero en comparecer, a mediados de diciembre, y en lo que va de año han pasado por el singular edificio de la calle Comedias tanto Catalá como Gómez, estando pendientes aún las intervenciones de Fernando Giner y del representante de Vox.

La semana que se cierra ha sido la del paso de Sandra Gómez por los salones del Casino, ante cuyos socios la vicealcaldesa socialista ha subrayado la gestión de la pandemia, que a su juicio ha permitido cuidar y crecer al mismo tiempo, desmontando la disyuntiva entre salud y economía, y aprobando el presupuesto más expansivo de la historia de la ciudad. Tras defender que 2022 es «el año de València», la joven abogada ha explicado en detalle su modelo de «ciudad 15 minutos», que persigue que todos los ciudadanos, residan en el barrio que residan, cuenten a menos de un cuarto de hora de su casa con un centro de salud, un espacio educativo, un lugar en el que trabajar, un punto de abastecimiento o un centro cultural.

En este esquema de «ciudad 15 m.» Gómez ha encajado dos de sus anuncios más interesantes: el cambio de porcentajes entre residencial y terciario en los planes urbanísticos del Parque Central y el Grao, y la iniciativa de crear una red de centros de día por toda la ciudad para facilitar atención y socialización a las personas mayores sin que salgan de sus barrios. En cuanto a la primera iniciativa, su desarrollo implicará la supresión de viviendas y su sustitución por espacios de oficinas y comercios en pastillas de 30.000/35.000 metros de techo, para crear espacios de trabajo en los diferentes distritos y que la oferta laboral no se limite al centro, convirtiendo los barrios en zonas dormitorio. Por lo que respecta a la red de centros de día, la aspirante a la alcaldía los plantea como puntos de servicio para un envejecimiento activo concertados con la Generalitat y constituyen una novedad en una ciudad en la que ni el ayuntamiento ni el gobierno autonómico que tiene las competencias en la materia han hecho prácticamente nada en la última década. Los aplausos brotaron de las manos de los asistentes, de una edad media avanzada, que ovacionaron a la vicealcaldesa en varias ocasiones pese a constituir un foro de corte mayoritariamente conservador.

Dos semanas atrás, la aspirante popular a la vara de mando, María José Catalá, había repartido su tiempo ante los socios del Casino de Agricultura entre la descripción de una ciudad aquejada de numerosos males y la esperanza en un futuro deslumbrante bajo su batuta. Falta de seguridad; impuestos en línea ascendente; bloqueo en la gestión, sobre todo de licencias; suciedad y desaliño, con 3.000 alcorques vacíos; 6.500 plazas menos de aparcamiento con una política de movilidad que acosa al centro histórico y amenaza con convertirlo en un barrio fantasma; pobreza por las calles con 1.000 personas durmiendo al raso cada noche; y falta de apego a la ciudad con un alcalde ausente son los siete pecados capitales que, según Catalá, el gobierno de coalición Compromís-PSPV comete con la capital del Turia y sus habitantes. Frente a este retrato decadente, la València que quiere Catalá es la de la inversión de los 500 millones que el Pacto del Rialto ha dejado de gastar desde 2015 por mala gestión; la que compite con Madrid (y con Málaga) para captar inversiones y nuevos vecinos; la València segura con más policía; una ciudad más verde que huya del cemento que la portavoz popular ve en exceso en las nuevas plazas de San Agustín o Brujas; y que derribe «la muralla que el gobierno local ha levantado con las medidas de movilidad para que la gente del área metropolitana no venga a Valencia a comprar, ni a cenar, ni a nada». En este sentido, Catalá anunció que si es alcaldesa promoverá un gran aparcamiento subterráneo en la Alameda para facilitar el acceso al centro y eliminará la ordenación del tráfico y carril bici actuales en las calles Colón, Reino de Valencia, Constitución, avenida de Burjassot y Gran Vía de Fernando el Católico, respetando la apuesta global por el carril bici que inició el socialista Pérez Casado y amplió su referente, Rita Barberá.

La política municipal de movilidad fue sin duda el tema más controvertido de la comparecencia del alcalde Joan Ribó a mediados de diciembre, cuestión que sin embargo cedió protagonismo ante su declaración de que hasta el próximo verano no despejará si aspira a repetir como candidato a la alcaldía por Compromís. Su ciudad ideal es la de un entorno sostenible y libre de carbono, donde predomine el uso de las energías renovables; una capital próspera y emprendedora con iniciativas que atraigan la inversión; una capital creativa dentro de los ámbitos del diseño y de la innovación y que mantenga su espíritu mediterráneo y su tamaño actual. Esa es la ambición de Ribó, perlada con su conocida negativa a la ampliación del puerto.

Los partidos y los candidatos empiezan a enseñar sus bazas de cara a las decisivas urnas de 2023. Mientras en el PSPV-PSOE y el PP los liderazgos están claros, Compromís necesita imperiosamente confiarse a que Ribó repita como candidato. No tiene buen relevo dentro de su grupo actual y el protagonismo creciente de la nueva portavoz de la coalición en las Corts, Papi Robles, es recibido con júbilo por los conservadores y con preocupación por los socialistas, en cuyas filas dan por hecho que ganarían actas de concejales para el puño y la rosa pero los socios de la sonrisa naranja perderían apoyos por su electorado más moderado, lo que pondría en peligro la suma que les mantiene hoy en el gobierno local.

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