Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Martí

Del Saler al Túria, y ahora La Marina

El espacio dominando por el Veles e Vents reclama una consolidación definitiva para el bienestar urbano

Del Saler al Túria, y ahora La Marina

Otro debate desenfocado. El futuro del Puerto es importante, aunque lo más relevante es La Marina. Anteponer el paisaje al paisanaje es un error recurrente con muchos cepos. Paseamos por la dársena, el muelle y el varadero, no entre columnas de contenedores, y el Veles e Vents se ha erigido como el faro de la València del siglo XXI. Así que ahora que el Estado ha condonado la deuda adquirida y ‘La Marina és nostra’, hay que decidir quién la gestiona mejor y para qué. Sin enemigo exterior resulta complicado ponernos de acuerdo entre nosotros, pero ha llegado el momento para un auténtico acuerdo ciudadano al que se vinculen las instituciones, primero las de aquí, y con un gran consenso nadie en Madrid se atreverá a tocar una coma. Sin eso, las navieras volverán a imponer sus condiciones, que por muy economicistas que sean, casi siempre están alejadas de los vecinos. Porque hay que recordar que el Consejo Rector de la sede de Puertos del Estado está en la madrileña avenida del Partenón, donde se decide por ejemplo si la lámina de agua que entra a la dársena es estatal o valenciana. Está bien teorizar sobre el federalismo, la descentralización y la felicidad en el mundo, pero La Marina se presenta como la primera ocasión para pasar de la palabra a los hechos. Dejar que el Gobierno dictamine sobre el mejor espacio urbano del futuro sería un sonoro fracaso como ciudad, y un precedente para otras cotas de autogobierno.

Memoria.

Carles Dolç recuerda en su reciente libro ‘Del Saler al Túria’ como los grandes movimientos ciudadanos fueron decisivos contra el desarrollismo salvaje del litoral del Saler y los jardines del Túria, ahora dos activos fundamentales del bienestar ambiental ciudadano. Un texto muy actual, aunque es cierto que en las postrimerías de la dictadura franquista los anhelos democráticos podían con todo. Ahora la táctica, la estrategia y la trivialidad paraliza los asuntos básicos. Lo bueno es que si fue posible entonces, ahora con una concienciación cívica y ambiental mayor debe ser obligatorio. Nadie con la camiseta electoral que se ponga puede discutir que La Marina es la actual joya ciudadana. Una zona con muchas posibilidades y que la mejora del transporte público reconciliará para siempre con el mar la atávica urbe fluvial. Hay que dejar el postureo de proyectos ‘renders’ y consolidar realidades. Empezando por los maltratados vecinos del Grau y El Cabanyal, que ya no entienden su cotidianidad sin pasear por los antiguos tinglados.

‘Verda i blava’.

La muerte de Ricard Bofill nos ha vuelto la vista a la recuperación del viejo cauce. He jugado al fútbol en aquellos campos de tierra y he recogido balones en aquel hilo de río que pasaba. Bofill fue un visionario, igual que David Chipperfield, que tuvo la suerte de encontrarse con un equipo de gobierno municipal ilustrado, idóneo y apto, con tanta inercia que hasta Rita Barberá respetó. Joan Ribó tiene ante si la posibilidad única que La Marina pase a ser el mejor balcón del ayuntamiento. Es el momento decisivo para exigir que ‘Volem La Marina, verda, blava i per a la ciutat!’

Compartir el artículo

stats