La festividad de San Valentín, de origen cristiano occidental, se remonta al siglo V y se celebraba el 14 de febrero, en conmemoración de las buenas obras realizadas por Valentín y relacionadas con el amor universal y la afectividad. Este día del amor y la amistad lo puso la Iglesia como contrapeso a las fiestas paganas, las lupercales, donde se desollaban perros y cabras para hacer látigos con su piel y poderlos usar con las mujeres como rito de fertilidad.

Esta celebración variará con los siglos. En la Edad Media se celebraba el amor cortés con declamaciones poéticas románticas y con referencia al dios Cupido o Eros. Con el capitalismo primarán los productos comerciales; flores, bombones, perfumes y otros productos con corazones rojos, además de un sinfín de novelas rosas y películas de amor romántico y erotismo para adolescentes y jóvenes, que suponen un gran negocio. Recordemos los millones recaudados con películas como Crepúsculo o 50 Sombras de Gray, paradigma del amor romántico adictivo y del erotismo patriarcal, donde es el hombre el que propone, sabe y manda, y la mujer la gran enamorada inexperta que responde obediente al deseo del varón y parece consentir. Como dice la filósofa Ana de Miguel, en su libro Ética para Celia, el coleccionismo masculino ha mutado del romance al sexo. Y esto es lo que vemos en muchos casos de adolescentes y jóvenes de institutos; mujeres que se enamoran y hombres que buscan sexo más que un romance.

En nuestros días, el neoliberalismo sexual difunde una gran hipersexualización femenina desde la infancia y un erotismo de corte pornográfico que vemos sobre todo en los varones adolescentes y jóvenes. Si junto a esto tenemos en cuenta la ley del agrado, como construcción social en la educación fundamentalmente de las mujeres, y la falta de una verdadera coeducación afectiva y sexual que difunda el amor y la sexualidad en igualdad, reciprocidad, escucha, empatía y respeto al deseo propio y al de las otras personas, sin dominio ni control, veremos los desastres amorosos y sexuales que organiza. Lo vemos en las aulas y en las confidencias del alumnado, sobre todo de las alumnas, en forma de queja, cuando se hacen talleres de Prevención de la Violencia y de Coeducación afectiva y sexual.

La filósofa húngara Agnes Heller, en su libro Das Prinzip Liebe (1981) y en italiano Il Simposio de San Silvestro (1981), en forma de diálogo platónico, no traducido al castellano, dice, por boca de Fedro, que la progresiva desaparición de los anteriores vínculos comunitarios ha hecho que aumente la exigencia de relaciones puramente personales y privadas, y como consecuencia de ello el amor-pasión ha llegado a ocupar una posición predominante en la jerarquía de los valores.

Si esta fiesta del amor y la amistad ha cambiado a lo largo de los siglos nada nos impide cambiarla otra vez y reconsiderarla no solo hacia el amor de pareja sino también hacia el amor universal, que adquiere múltiples formas sociales y comunitarias; proyectos de amor para sanar desastres sanitarios, ecológicos o por causa de las guerras, la corrupción, la apropiación indebida de territorios, los desplazamientos forzados, la pobreza o los malos tratos y la violencia machista. Tenemos muchos ejemplos: madres-abuelas argentinas de la Plaza de Mayo, mujeres de Negro de la Ex Yugoslavia, mujeres africanas de los Grandes Lagos por la paz y la desmilitarización, mujeres de Liberia por la paz del territorio y por la paz y los buenos tratos en las parejas, mujeres colombianas con numerosos proyectos por la paz, la justicia y la reparación, proyectos educativos de las mujeres de Afganistán, proyectos para erradicar la pobreza y acabar con la dependencia de Vicente Ferrer en India, proyectos por los buenos tratos en los institutos de nuestro país y numerosos proyectos coeducativos para instaurar la igualdad, la justicia y la visibilidad de las mujeres, proyectos de nuevas masculinidades, proyectos de repoblación forestal, de educación y sanidad sin fronteras, y un sinfín de pequeños y grandes proyectos de todo tipo que se extienden por todo el planeta.

Son todos proyectos que cuidan a las personas, a las comunidades y a los territorios, proyectos justos y amorosos que debieran impregnar y sentar las bases del amor de pareja.

La pandemia nos ha enseñado lo que el movimiento feminista venía diciendo: los cuidados deben ponerse en el centro de todas las sociedades, de todos los proyectos personales, relacionales, sociales, económicos, agrícolas, educativos, sanitarios…etc.

14 de febrero por un amor en libertad e igualdad, personal y comunitario, que cuide, escuche y respete las diferencias y sea corresponsable.