Dicen que el cuento más corto de la historia cuyo autor es Augusto Monterroso, dice así: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Y nos viene bien este texto como un símil de lo ocurrido en las pasadas elecciones autonómicas de Castilla y León.

Es cierto que el PP partía de unas altas expectativas electorales unos meses antes e incluso unas semanas antes de la cita del pasado 13 de febrero. Pero también es cierto que estas expectativas se han ido rebajando conforme se desarrollaba la campaña. Si analizamos la evolución de los sondeos de opinión publicados, mientras que el PP ha pasado de una intención de voto del 39,4 % de promedio hasta el 23 de enero, bajó a un 35,0 % en las encuestas publicadas entre el 24 de enero y el 2 de febrero para terminar con un promedio de intención de voto del 33,8 % en la primera semana de campaña electoral. Es decir, en solo 15 días la caída de la expectativa de voto del PP fue de 5,6 puntos.

Por el contrario, VOX iba creciendo en su expectativa de voto a medida que iba pasando la precampaña y la campaña, pasando del 11,9 % de promedio de intención de voto en las encuestas publicadas hasta el 23 de enero a un 13,8 % en las encuestas publicadas durante la primera semana de campaña, es decir, un incremento cercano a los 2 puntos.

Otro aspecto a tener en cuenta es la comparación con las últimas elecciones generales de noviembre de 2019. Si hacemos la comparación de resultados de los principales partidos entre las generales y estas últimas autonómicas los resultados son muy reveladores. Así vemos que el PP pasa de un 31,4 % a un 31,1 % el pasado domingo, es decir, un descenso de 0,3 puntos. Por su parte, el PSOE desciende 1,1 puntos al pasar del 31,2 % a un 30,1 %. Sin embargo, el único partido que mejora sus resultados respecto a las generales de 2019 es VOX que sube del 16,7 % al 17,6 %, es decir, un incremento de 0,9 décimas. Así pues, no podemos pensar en la irrupción de VOX como un fenómeno nuevo en la política española. El problema del PP es que su votante tradicional ya ha visto en VOX una alternativa de voto al PP y lo pone en práctica.

Por otra parte, si analizamos los dos estudios publicados por el CIS, tanto el preelectoral como la encuesta Flash del último día legal de publicación de encuestas, observamos que las transferencias de voto ratificaban los datos de los sondeos.

Así vemos que el 41,9 % de los entrevistados afirmaba dudar entre dos partidos a la hora de votar. Y en esta tesitura cerca del 50 % de los que dudaban lo hacían entre votar al PP o a otro partido, siendo la combinación mayoritaria la duda entre PP y VOX.

Por otra parte, también se observa que el PP ostentaba una fidelidad de voto muy pobre, dado que según la última encuesta Flash del CIS a una semana de la elecciones la fidelidad de voto del PP se situaba solo en el 64,9 %, es decir, el 64,9 % de entrevistados que declaran que votaron al PP en las anteriores elecciones autonómicas volvería a votar al PP, mientras que, y este es un dato importante, el 12,4 % que votaron al PP anteriormente lo harían ahora por VOX y el 7,6 % no votaría.

Es decir, el Partido Popular ya no puede negar que tiene un problema de espacio social y electoral con VOX. Negarlo es desconocer la realidad política y democrática de este país. Un último apunte que debe hacer reflexionar a todos los partidos. Cuando se ha preguntado cual es el principal problema que tiene en la actualidad Castilla y León, los encuestados han situado como principal problema con el 30,5 % de las menciones a «La despoblación, la España vaciada».