Cuántas historias nos han contado alrededor de la relación amor/odio entre el agente grande e implantado y el pequeño, pero con mucho potencial. Pueden ser mentores o amigos, un espejo en el que mirarse, o pueden convertirse en tu peor enemigo. Son historias casi románticas, con las que crecemos y aprendemos valores pero… esto hoy en día también ocurre, y en el sector de las startups y la inversión es un hecho. En España, en general, el corporate, esa gran empresa que cualquiera conocemos, lleva en los últimos años, haciendo acercamientos cada vez más habituales al ecosistema startup sin convicción clara. Para la startup estas aproximaciones se ven con cierto recelo al tiempo que como una gran oportunidad; pero en todos los casos se entiende que es una relación de necesidad mutua. Por un lado los intereses del corporate están claros, quiere estar cerca de la innovación, saber que es lo que está pasando, e incluso en algunos casos, llegar a convertir esa relación en un outsourcing de esa innovación. Claramente una vía rápida de actuación y rebajando costes, en un mundo de elefantes que reinan con sus procesos dentro de esas grandes compañías. Pero para la startup, es otra visión, es un tema necesario tener esta relación a la hora de buscar clientes, de acceder a financiación, de tener la oportunidad de hacer pilotos; pero todo esto se ve con recelo ya que los tiempos de las grandes empresas son otros, y los ciclos de venta son largos, las peticiones que hacen los corporates son imposibles de asumir por tiempo y por recursos, y por tanto ceder a todas esas exigencias puede suponer la muerte total del proyecto, y todo aquello por lo que se trabajó y se avanzó, queda en papel mojado. Si miramos hacia fuera, en otros países esta relación no es así, los corporates ven a las startups y al venture capital como una vía para tener un «ojo» puesto en el mundo que avanza ahí fuera, y a la vez como una inversión financiera, y por tanto, los corporates son conscientes de que no pueden demandar un control sobre el proyecto de la startup en la que invierten. Entienden perfectamente que no es posible porque es como si haciendo una inversión en un hedge fund o un fondo de renta variable de algún vertical de tecnología healthtech o similar, se vieran con el derecho de condicionar la estrategia del hedge fund o a las invertidas por ese. Visto lo visto, en nuestro país todavía nos queda mucho por recorrer. La relación debería ser más similar a la que hemos explicado de una visión de inversión financiera pero que a la vez da cierta visibilidad de lo que está pasando en el sector en el que se mueve el corporate. Y si se busca una consultora de innovación contratarlo a una consultora. Pero en España se tiende a confundir los conceptos y los objetivos. En definitiva, en mi opinión, definiría esta relación como una necesidad por ambas partes, pero es evidente que falta acomodo en muchos casos, falta una apuesta clara por parte del corporate, que la gente dedicada a la innovación en las compañías no tenga tanta rotación para mantener en la medida de lo posible una relación continuada y más personal con los miembros del ecosistema. Esto es un conocimiento, que es una cuestión mucho más de personas y que al tener tanta rotación, se pierde en gran parte ese know-how, además del tiempo de cultivar la red de contactos.