La subida del salario mínimo en el año 2021 fue de 15 euros mensuales. Es decir 0’50 euros al dia. La patronal y los Servicios de Estudios de todas las entidades bancarias, incluido el Banco de España, así como distinguidos columnistas de las páginas de economía, editorialistas de los principales medios de comunicación y hasta el Fondo Monetario Internacional, advirtieron a los obreros y a España entera de la gravedad de esta subida que al final sería en perjuicio de los trabajadores ya que cerrarían empresas incapaces de hacer frente a este aumento del salario en momentos tan difíciles como los que estábamos pasando. Nunca es el momento.

Lo mismo, aunque con una menor virulencia, visto el fracaso de sus anteriores cálculos, ocurrió cuando en 2022 subió este salario poco más de un euro al dia. La patronal rechazó el aumento con todo tipo de argumentos terribles.

El ridículo de todos estos malos augurios se puso de manifiesto ante el incremento, que no decremento, de cientos de miles de nuevos empleos. Pero siempre ha sido así. La fijación de la cuantía del salario ha sido una «lucha de clases» desde que una persona paga a otra para que le haga un trabajo.

Adam Smith, padre de la economía con su obra «La riqueza de la naciones» (1776), más liberal que nadie ha sido, defensor del mercado como el que fija el precio de «todas» las cosas y el que pide un Estado Mínimo que no intervenga en la parcela económica, deja claro que el salario debe fijarse por el acuerdo entre dos individuos que luchan por lograr sus objetivos.

«El obrero -nos dice- desea obtener todo lo más y el amo dar todo lo menos. No resulta difícil prever cual de las dos partes obligará a la otra a aceptar sus condiciones». Los amos siempre están agrupados y pueden fijar los salarios, Los obreros que pretenden asociarse siempre están en desventaja. El resultado, según Smith, es un salario que como máximo permita al obrero subsistir para poder seguir trabajando.

Poco después, otro clásico de la economía, David Ricardo, aclaraba en 1817, en la conocida como Ley de Hierro de los Salarios, que la cuantía del salario «es aquel que permita a los trabajadores subsistir y crear una familia en la que se reproduzca otro futuro obrero». Ya no se trata de que subsista el obrero, sino que pueda crear una familia y tener hijos que muy pronto se convertirán en más y más barata mano de obra.

Carlos Marx , en 1867 ya explicó que el aumento de salario, como cualquier otro nuevo derecho, solo se obtendría con la lucha, ya que «la reducción del salario por debajo de su valor es lo que constituye el fondo de acumulación de capital del empresario y este luchará hasta el final para evitar cualquier aumento».

En la actualidad todo ha cambiado. Los empresarios no solo necesitan que su obrero no se muera de inanición y que pueda tener hijos. Ahora también que pueda comprar sus productos, y consumir más y más para dar salida a todo lo que fabrica.

Ahora los obreros están casi de igual a igual con los empresarios, disponen de organizaciones sindicales, cuentan con un Estatuto de los Trabajadores y con muchos derechos ya ganados en sus constantes luchas y reivindacaciones. Ahora hay un árbitro que regula los salarios mínimos que considera necesarios con acuerdo de todos, empresarios y obreros, o sin acuerdo. No es el Estado Mínimo que pedía Adam Smith, el que no interviene en la economia, el que deja «libertad» para que acuerden el salario entre el patrón y el obrero.

En otro momento veremos la terrible lucha que ha sido necesaria para conseguir derechos como la libertad de asociación, el descanso dominical, la jornada de 8 horas, las vacaciones pagadas, los seguros de accidente, vejez, desempleo, etc. No ha sido fácil. Siempre, como con los salarios, ha sido necesario luchar.