Superadas las tres semanas de conflicto bélico en Ucrania con más de tres millones de refugiados huidos de la atroz guerra donde cerca de millón y medio son menores; bombardeos continuos que asedian las principales ciudades del país con toques de quedas permanentes; ataques recientes de la flota rusa a la región de Odesa joya y puerto estratégico del Mar Negro; asedio a los corredores humanitarios que nunca terminan de respetarse;…... hoy parece que existe, a pesar de todo ello, motivo suficiente para la esperanza que en el tablero diplomático de las negociaciones, fructifique  un alto el fuego que a buen seguro será frágil e inconsistente, pero un comienzo del fin de esta hecatombe de insospechada deriva.

Volodimir Zalenski acaba de reconocer que a pesar de haber escuchado durante años que las puertas de la OTAN estaban supuestamente abiertas, en realidad no lo están. Ha quedado claro que Ucrania no es miembro de la OTAN, lo entendemos, somos gente comprensiva, debemos confiar en nosotros mismos. Se trata de una gran concesión que Vladimir Putin debe entender como clave del conflicto para continuar con unas negociaciones que ambas partes califican ahora como “más realistas”.

Pero no nos engañemos, la diferencia entre los contendientes son enormes y persistentes. La creciente e incesante catástrofe humanitaria con miles de civiles sin alimentos, medicinas, agua o calefacción; los bombardeos indiscriminados que continúan sin descanso; la reciente presencia de los tres presidentes europeos de Polonia, República Checa y Eslovenia en un Kiev sitiado mostrando su apoyo a Ucrania; los nuevos embargos económicos a Rusia; la reciente asistencia militar aprobada por el Congreso de Estados Unidos con 800 millones de dólares; el viaje los próximos días de Biden a la cumbre de la OTAN en Bruselas, son aspectos que califican de gran dificultad la negociación y por tanto un acuerdo de alto el fuego.

En términos geopolíticos es el momento de que entre en acción quien tiene la llave para mitigar y resolver este gran conflicto, es el único que realmente puede : China. Líder mundial que juega una posición fundamental como mediador diplomático con la fuerza y garantía suficiente para ser escuchado. Es cierto que deja quererse por unos y otros. Ha condenado las acciones de Putin pero no ha apoyado las sanciones económicas al ser su gran  aliado estratégico y no puede ni lo va a dejar caer al abismo.

China debe mediar y es responsabilidad de toda la comunidad internacional exigírselo en los términos y condiciones que una negociación requiere, poniendo sobre la mesa argumentos que den una salida a Putin y que éste a su vez no pueda revocar. Esa es la gran fuerza del gigante asiático y su oportunidad de reafirmación en la hegemonía mundial. En este momento histórico debe estar a la altura y Estados Unidos, la Unión Europea y el resto de países del contexto mundial así deben reclamárselo.

Occidente tiene un fundado temor al considerar que Xi Jinping otorgue soporte militar y económico al Kemlin que día a día está demostrando una maquinaria de guerra no tan engrasada como creían y una asfixia financiera próxima a la banca rota. China niega haber recibido petición alguna y por tanto este apoyo que recrudecería el conflicto hasta lo impensable.

Ahora, con las primeras luces al reconocer negociaciones realistas por ambas partes, es cuando la comunidad internacional debe reaccionar con negociaciones previas y dejar a China que presente como único y gran mediador un acuerdo irrenunciable a las partes. Esta es la gran responsabilidad de los líderes mundiales que dirigen el devenir de nuestra historia.