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a vuelapluma

Alfons Garcia

Días de mala calidad del aire

Calima en Valencia

H emos tenido una semana de mala calidad del aire. No es novedad. No hace falta la calima para que cueste respirar. Por estas tierras, en tiempo de fallas se aprecia además especialmente el valor del silencio y la capacidad de abstracción del entorno.

Él desprende calma y bonhomía. Nos encontramos casi todas las mañanas del año durante el paseo perruno. Cruzamos frases, pero no sé su nombre, ni él, el mío. Con su acento porteño, las sílabas resbalan por su voz como parece que le pase con los problemas del mundo. Pasea con tranco lento a su perra bóxer, mayor, que cumple la máxima de que todo perro se acaba pareciendo a su dueño (o al revés). Andan contemplando y como esperando a la vida. Relativizando. Sin prisas. Como quien sabe que no es necesario que vayas a buscar al mundo porque ya te encontrará él. Quién sabe lo que la vida les ha golpeado antes de llegar a esta esquina del Mediterráneo. Él y su perra son una parte minúscula de un mundo que no vemos, centrados en un plano de realidad que creemos único, pero es un puro espejismo.

Hace unos días tocaba en el Palau de les Arts un cantautor guatemalteco. Lleno. Sin entradas desde días antes. Fue lo más próximo que uno ha estado de una cumbre iberoamericana: banderas de todos los países, acentos distintos aunque inseparables para el oído torpe de un valenciano apitxat. Los españoles éramos minoría clara. El cantante lleva dando un montón de conciertos, pero no habrán visto muchas líneas en los grandes medios de comunicación. Cierto que tampoco ha necesitado esa promoción, pero es que, sobre todo, ese no es el mundo de la gente que llena sus conciertos. Es un autor mainstream, pero en unos círculos que no son los oficiales de la cultura española.

Lo que quería decir es que alrededor de nuestro ombligo existe mucha vida, en planos políticos y culturales diferentes a los nuestros. Compartimos calles y parques, pero no sabemos casi nada de toda esa gente. La mayoría ni vota. Nos hace los trabajos duros y aspira simplemente a vivir y disfrutar a su manera, en noches como esta, en la que casi todos pisaban por primera vez uno de esos templos de la cultura oficial. Su mundo no suele ser este. Dice el cantante en una de sus canciones que está entre el que quiere ser y el que los demás quieren que sea. A nuestro mundo, ese construido por los medios de comunicación y las expresiones culturales dominantes en la vieja Europa y Estados Unidos, le pasa algo parecido. Está en un plano que cree falsamente superior. Del espejismo salimos a golpe de conflicto, como el de ahora, y entonces nos empeñamos en querer saberlo todo sobre lo que ha pasado y pasa entre Rusia y Ucrania.

La realidad es que la vida invita a las falsas ilusiones. Ves los ciclos de las estaciones, el renacimiento de la naturaleza cada primavera, y puedes caer en el espejismo de que tu cuerpo y tu vida van a seguir ese ritmo circular. Y no. La vida es lineal, un hilo más o menos torcido, con nudos a veces difíciles de superar y curvas complicadas hacia no se sabe qué dirección. Pero sin marcha atrás ni vuelta a empezar. La Historia, en cambio, tiende a la repetición, a que distintas amenazas y errores regresen con ligeras variaciones y adaptaciones a la nueva época. Supongo que porque el hombre es el mismo y cambia poco en lo esencial. Lo vemos también ahora, enfrentados de nuevo a la tentación de populismos totalitaristas y excluyentes. En fin, entre círculos de la historia, planos de la realidad y líneas vitales, entender el mundo parece materia de geometría. Quizá lo único sensato para entender la vida sea entender que no hay una sola forma.

Hemos tenido una semana de mala calidad del aire, sí. Y más si eres mujer. Asusta aún a algunos el cuerpo desnudo y destrozan la falla que representa así, natural, a una mujer. Y justo crecen los partidos que prefieren no hablar de violencia de género para diluirla en la intrafamiliar, doméstica. Incluso el nuevo PP de Núñez Feijóo ha caído en esa trampa. Se trata de quitar rostro y forma a la mujer. Se trata de volver atrás. Se trata de que sea lo que otros quieran que sea. De nuevo, el círculo, el regreso a lo que parecía superado. De nuevo, el miedo como actor protagonista de la Historia. Y todo, mientras siguen lloviendo bombas. Y cadáveres.

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