Parece mentira, pero es cierto, que los descendientes del editor Vicente Miguel Carceller y el dibujante Carlos Gómez Carrera, Bluff, conocieron la trascendencia de sus familiares a través de historiadores o de cineastas que han rastreado en sus trayectorias. Que haya tenido que ser un documental reciente como Carceller, el hombre que murió dos veces el instrumento que haya permitido a muchos valencianos descubrir al fin a ese personaje, dice bien poco a favor de la memoria democrática de este país. Afortunadamente, gracias a gente que ama el pasado, combate el olvido y desea aprender de las vidas ajenas, como el cineasta Ricardo Macián, director de la película; o el profesor Antonio Laguna, investigador de esta historia, hoy podemos recordar y defender la figura de Carceller. Empresario teatral, editor y periodista Vicente Miguel Carceller (1890-1940) se convirtió en una figura muy popular en los años republicanos al frente de la revista La Traca que llegó a imprimir medio millón de ejemplares. Han leído bien: medio millón de una publicación de precios baratos, lenguaje claro y directo y crítica furibunda al poder, es decir, un ejemplo más de la efervescencia de la prensa en aquella época. Fue Carceller, de algún modo, un símbolo de la Valencia republicana y un eslabón más en esa cadena de profesionales ligados a la ilustración en sus múltiples formas que tuvo en artistas como Josep Renau a uno de sus maestros. Así pues, a partir de la base social y de las Fallas y de las industrias artesanas, Carceller inventó una herramienta muy corrosiva contra curas, militares, oligarcas y gobernantes. Por supuesto los poderosos no se lo perdonaron y Carceller fue fusilado, junto con el dibujante Bluff y tantos otros demócratas, en el tristemente célebre cementerio de Paterna en 1940.

Ahora bien, a pesar de que la memoria de Carceller desapareció casi por completo durante las décadas franquistas, su huella siguió perviviendo en unas revistas satíricas que siempre resultaron incómodas para la dictadura. Desde la mítica La Codorniz, refugio del humor del absurdo y de grandes dibujantes y escritores que renegaron del franquismo; hasta la rompedora y brillante Hermano Lobo en la Transición, pasando por los iconoclastas de El Jueves, que siguen dando caña; hasta llegar hoy a la insobornable Mongolia, el legado de gente como Carceller llega hasta la actualidad. Siempre a trancas y barrancas, el humor crítico se abre paso para disgusto de aquellos gobernantes que odian ser ridiculizados y para regocijo del pueblo llano que descubre, como en el famoso cuento, que el rey está desnudo. Ese hilo conductor de la risa como terapia y liberación vertebra el documental dirigido por Ricardo Macián a través de testimonios sobre Carceller y Bluff de familiares, dibujantes, historiadores e investigadores y de la dramatización de algunos pasajes del filme por parte de actores. Entre esas entrevistas destacan, como no podía ser de otro modo, las de Tina Miguel, nieta de Carceller; y la de Olivia Gómez, hija de Bluff. Por ello, las imágenes de ambas recorriendo una exposición del dibujante Ortifus, otro dibujante lúcido e irreverente, heredero de esa magnífica tradición de ilustradores valencianos, reivindican una memoria que nunca debió borrarse.