La Alameda de Valencia no es una más de nuestras avenidas. Nacida a finales del S. XVII cuenta, a partir de su inicio, con un total de 3,5 km. de longitud y es el complemento lógico del Jardín del Turia a lo largo de su recorrido. Intentaré explicar las razones por las que su prolongación hasta el puerto es tan importante para la ciudad.

En primer lugar, hablemos del sector Grao, donde se ubicaba parte del circuito de F1 y donde se pretende ahora cortar la Alameda. Con el sector del Parque Central, es una de las dos áreas cruciales pendientes de ejecutar del Plan General de 1988. Es una típica dovela urbana, es decir, una zona que hace de enlace entre el gran eje del Jardín del Turia/Alameda y todo el frente litoral. Es un sector que requiere de un diseño urbano especialmente cuidadoso. Los esbozos del plan para ese sector producen, como mínimo, preocupación.

Desde que en 2004 Jean Nouvel presentase sus ideas para la ciudad con el nombre de «Valencia litoral» y lanzase la idea del «delta verde» para resolver la unión del Jardín del Turia con el puerto, se ha manejado una idea de diseño para este sector basada en esa solución, básicamente, edificios en altura emergiendo de un gran jardín. Aparentemente una buena idea, basada en el concepto de Nouvel. El problema es que es cualquier cosa menos una buena idea.

Jean Nouvel, de quien diré de entrada que es uno de los arquitectos que más admiro, hizo una propuesta para el frente litoral que no puede tomarse a pedazos. Las ideas de Nouvel para esa dovela que es el sector Grao, a mi modesto juicio, son un grave error de concepción urbana y el «delta verde» simplemente un disparate. Pero por venir de Nouvel nunca se han cuestionado. Y aprovechar de sus ideas un pequeño sector no es posible, esa idea formaba parte de un proyecto de conjunto (muy discutible) que preveía grandes edificios en altura en todo el frente litoral en medio de una especie de bosque sin calles, plazas o piezas urbanas que le diesen orden. Pero, precisamente la ciudad es eso: calles, plazas, espacios públicos. Y la esencia del urbanismo, de la creación de ciudad, es el proyecto del vacío urbano, es decir, proyectar el espacio no edificado: las calles, plazas y demás espacios que percibimos como la imagen de nuestra ciudad y que nos identifica con ella. Unos bloques emergiendo de un jardín no son ciudad, no son un barrio. Es un jardín con edificios. Simplemente.

Aclaremos otro punto. Un barrio no es mejor porque «gane» a otros en metros cuadrados de zonas verdes. El mejor urbanismo es aquel que es capaz de configurar espacios urbanos correctamente diseñados, en los que el verde se integre como parte de plazas y jardines, creando espacios urbanos acogedores, correctamente dispuestos y geométricamente proporcionados. Y el sector Grao, precisamente porque tiene al lado el Jardín del Turia y el Parque de Desembocadura en Nazaret, lo que necesita son espacios de escala urbana, no una zona verde informe en la que se han dejado caer, de cualquier manera, edificios en altura. En los bocetos que hemos conocido no hay ni un atisbo de plazas o calles identificables. No hay espacio urbano: el espacio resultante es lo que sobra después de colocar los bloques. Así no se hace ciudad. Los bloques, los edificios, deben ocupar el espacio sobrante después de diseñar el vacío urbano. Así de simple. Esa es, perdón por la insistencia, la esencia misma del urbanismo. Esa es la esencia de una ciudad diseñada con prevalencia de lo público frente a lo privado.

No prolongar la Alameda por dotar de más zonas verdes al sector Grao no tiene justificación. Primero porque esas zonas verdes deben estar en el interior del sector y no en su periferia. Y porque la presencia del propio Jardín del Turia hace innecesario superar el mínimo legal para esa dotación. Y la Alameda puede circunvalar perfectamente el cementerio del Grao y mantener su continuidad, hay espacio suficiente.

Y no es una «autopista». Todos conocemos la Alameda en el tramo desde el puente de Aragón hasta su final actual en las vías de tren. Es una avenida, una clásica avenida arbolada. Necesaria, de gran importancia para la ciudad y con un diseño que no podemos calificar de «duro». No prolongarla aduciendo su supuesto carácter de «autopista» no responde a la realidad.

En el Plan General de 1988 se diseñó su prolongación, junto con la Avenida de Francia, para constituir el eje básico de comunicación entre el centro de la ciudad y su fachada marítima. La prolongación de la Alameda no se puede hacer depender del diseño de un sector que admite otras soluciones. Y no se puede finalizar con un encuentro en «T» que impida el final ordenado de la Avenida de Francia y la Alameda en el Puerto. La Alameda es una avenida «emocional» para la ciudad. Valencia se verá a sí misma de otra forma si, desde su inicio, los ciudadanos que la usen piensen que su final es el Mediterráneo. Y eso no lo conseguiremos con ninguna otra avenida.

La Delegación de Urbanismo debería reconsiderar esta cuestión. Tengo que decir que he compartido (y comparto) muchas de sus decisiones en materia de urbanismo, como por ejemplo en el caso del sector Benimaclet, y muchas otras, generalmente bien fundadas. Por ello mismo espero que se pueda abrir un debate sobre la Alameda, para el que estas líneas no pretenden ser más que una pequeña aportación.