Las dramáticas consecuencias que la pandemia del Covid ha ocasionado impactan de manera crucial en el sistema de salud. Desde principios del año 2020 se ha vivido en centros de salud y hospitales un estrés sin precedentes. Ello ha acarreado múltiples problemas, entre otros la lentitud en la atención, no solo a los pacientes Covid, sino a los no Covid, a los crónicos. Una situación que ha llevado a la reflexión de problemas estructurales y funcionales y a la asunción de medidas excepcionales.

También durante estos días, y a causa de la invasión de Putin a Ucrania, la sanidad pública atiende a las personas refugiadas que de ese país llegan. Es otra situación excepcional que pone de manifiesto la solidez de nuestro sistema de salud. A pesar que en nuestro país, la gran mayoría de la ciudadanía manifiesta su preferencia por el sistema sanitario público, igualmente se afirma como una de sus máximas preocupaciones los problemas de accesibilidad, así como las demoras para ser atendidos en un tiempo razonable.

Es evidente que los problemas que generan las esperas ponen en cuestión los principios de solidaridad y equidad, pues no afectan por igual al conjunto de la población. Es cierto que un sector de la misma, es decir aquellos que tienen más recursos, han decidido tener un doble aseguramiento público y privado, con el pago a la sanidad privada. Así pues, el problema de la accesibilidad no afecta por igual a todos y se ceba de manera más grave sobre los sectores más frágiles de la sociedad. Es decir, que no estamos exclusivamente ante un problema de índole asistencial, que también, sino ante una cuestión que afecta a principios irrenunciables, como son la equidad y la solidaridad.

Uno de los fenómenos que se ha detectado, a medida que vamos dejando atrás los peores datos de la pandemia, es el incremento de seguros privados. Parece que hasta un 30% de la población tiene ya seguro privado, con lo que ello comporta para que la accesibilidad vuelva a afectar directa e indirectamente más a aquellos que tienen menos posibilidades económicas y sociales. Independientemente de la libertad de cada ciudadano, para hacerse un seguro privado o no, el problema reside en que una parte de ese incremento se produce por la tensión e insuficiencia del sistema público y, por lo tanto, son las personas con menos recursos las que se ven más afectadas en el acceso al sistema.

El sistema, por lo tanto, se ha visto afectado globalmente, sin duda la Atención Primaria ha sufrido y sufre una tensión importantísima, pero igualmente se ha visto afectada la atención Hospitalaria o la Salud Pública. Pero no se debe menospreciar tampoco el tremendo efecto sobre la salud mental, donde se ha visto la necesidad de contemplar la integración socio sanitaria y la necesidad de un espacio de diálogo para determinar las necesidades de recursos humanos. Y en este sector, el de la salud mental, se debe poner especial celo en la atención a la infancia y la juventud. Los datos que se van conociendo alertan de una intensidad muy preocupante de las enfermedades de este tipo en dicho sector poblacional. Sin duda, se deben tomar medidas sin demora.

Nuestro sistema sanitario es uno de los pilares del estado del bienestar y, siendo garantista, es claro que quedan cosas por hacer para evitar desigualdades en temas relacionados con determinantes sociales, pues el cuidado de la salud de la población debe de ser una obligación de un Gobierno. Si uno de los problemas que manifestaba la ciudadanía era el de la accesibilidad antes de la pandemia, fundamentalmente centrados en los tiempos de esperas pero también en ser atendidos presencial o a distancia, ahora el asunto se ha agravado.

Es obvio que, ante una situación tan compleja como la que hemos padecido en estos últimos dos años, no había soluciones fáciles y los retos han sido inmensos. Pero también debemos aprovechar lo aprendido para extraer una oportunidad de reflexión y de adopción de nuevas medidas. Solo así lograremos preservar y garantizar a la ciudadanía los principios de solidaridad e igualdad en el acceso a la salud así como el de un abordaje serio del funcionamiento del sistema sanitario en su conjunto.