Se cumplen dos años de la declaración de las medidas de contención contra la COVID-19 y, por ende, del inicio de las consecuencias económicas derivadas de la pandemia que todavía pesan sobre millones de españoles. Se perdieron cientos de miles de empleos, decenas de miles de pymes y empresas se vieron obligadas a paralizar su actividad, mientras muchos hogares españoles veían caer en picado sus ingresos.

Los estragos económicos situaron a España como el país de la zona euro peor parado en pérdida de PIB, y exigieron a los españoles enormes sacrificios que han acumulado hasta el día de hoy. La ayuda de la UE a través de los fondos de recuperación debía permitir a España paliar los efectos más adversos de la crisis de la COVID-19.

Desgraciadamente, sólo ha sido así en parte, pues el Gobierno renunció a llevar a cabo reformas estructurales, así como a modificar su hoja de ruta presupuestaria tanto en 2021 como en 2022.

La invasión de Ucrania ha cogido a España sin los deberes hechos, y, si bien se ha convertido en una causa innegable de la terrible inflación, las consecuencias de la guerra están siendo más devastadoras que en otros países de nuestro entorno, a pesar de que España tiene menos dependencia del gas ruso.

En estas circunstancias, la urgencia de millones de españoles no permite exigir más sacrificios sin un Plan de Choque a corto plazo que cuente con la deflación del IRPF para evitar un doble castigo a los trabajadores por la inflación; una bajada de impuestos a los carburantes y prorrogar la bajada del IVA a la electricidad. También es imprescindible iniciar una senda de reformas estructurales, con una Mesa Nacional para la Energía, reformar la tarifa regulada para desligarla del precio diario del mercado mayorista; sacar las centrales de gas del pool para abaratar la factura, prolongar la vida útil de las centrales nucleares y aprovechar los fondos europeos para ser pioneros en la mejora del almacenamiento de la energía.

Hace más de dos semanas Ciudadanos presentó sus medidas liberales al Gobierno para afrontar la situación. No hemos obtenido respuesta a nuestro documento. Pero lo más grave es que los españoles siguen esperando que el Gobierno haga algo por ellos.

Nos enfrentamos al mayor desafío para nuestras democracias desde el final de la Guerra Fría. Una tormenta perfecta que comenzó con la crisis financiera de 2008 y que culmina con la invasión de Ucrania. Es imprescindible apostar por una política de Estado para gestionar el presente y el futuro del país con una mayoría de gobierno sin populistas ni nacionalistas, que adquiera el compromiso de no cargar la recuperación económica sobre la clase media, perjudicando la creación de empleo y empresas. Frente a este panorama, es necesario que tracemos una Alianza por Europa entre las tres grandes familias políticas: los liberales, los socialistas y los conservadores para gobernar España como gobernamos Europa.