Como con las supuestas maniobras militares rusas en la frontera ucraniana antes de la guerra, la administración norteamericana vuelve a advertir que el anuncio ruso de retirada no es tal sino un redespliegue. Y, es más, que debemos estar preparados para mayores ofensivas en otras zonas de Ucrania.

Días antes de las últimas conversaciones en Estambul en que Rusia anunció una retirada para concentrarse solo en el Donbas, ya había tropas rusas desplazándose desde Georgia (2.000 soldados de las regiones ocupadas de Tskhinvali y Abkhazia), armenias dirigiéndose al mar Negro (incluyendo submarinos nucleares), y contemplándose la entrada directa de Bielorrusia en la guerra. También Lukashenko detuvo al cónsul polaco en Grodno por espía. Ucrania anunció que Rusia dio antídotos contra armas químicas a sus soldados el 17 y 20 de marzo, y el Kremlin que van a responder al reforzamiento de la OTAN por su frontera este. Se habla de la «Operación Nudo Gordiano» por unas cartas de analistas rusos desvelando ataques contra objetivos limitados en territorio de la OTAN, empezando por Polonia, si Putin se viera acorralado. Al tiempo que proliferan noticias en Rusia poniendo a Polonia como a un país agresivo y rusófobo, cuestionando que la OTAN acudiera en su auxilio.

Toda esta serie de movimientos no concuerdan con un repliegue militar ruso. Este tipo de parones son bastante típicos en las guerras y se dan para repostar, reorganizarse y para un recambio de tropas. Cuando Rusia se comprometió a otras desescaladas nunca las cumplió, se convirtieron en un truco atroz. En Siria incumplió varios armisticios y luego siguió bombardeando durante años, incluyendo hospitales. Y en Donbas en los últimos ocho años rompió 20-30 veces el alto el fuego.

Sobre la neutralidad

En 1994 se exigió a Ucrania un desarme nuclear por ser la tercera potencia al albergar 5000 ojivas procedentes de la antigua URSS, aunque no tenía poder operativo sobre éstas, a cambio de garantías para su integridad territorial. Esto último se ha violado desde 2014 sin que ningún país firmante del memorándum de Budapest haya acudido en su auxilio. Además de Rusia y EEUU, también Bielorrusia y Kazajstán firmaron el memorándum comprometiéndose a respetar sus fronteras. Ucrania se ha visto indefensa ante dos ataques rusos, en 2014 y en 2022, precisamente por su neutralidad, por lo que replantearla de nuevo es absurdo, es no haber entrado aun en una verdadera negociación. Los intereses de Rusia son de tipo territorial y la cuestión de su neutralidad es una excusa sin sentido.

Sin embargo, de la situación actual sí cabría plantear medidas de control nuclear sobre Rusia y para que no se expanda territorialmente, pues es Putin, y no Ucrania, quien supone un gran peligro para toda Europa. Ni Ucrania ni la expansión de la OTAN han sido nunca una amenaza para Rusia. Por lo que cualquier acuerdo, incluso con EEUU, no debería de pasar esto por alto. Al igual que un nuevo tipo de asociación de países que se apresten a defender a Ucrania en caso de agresión debería tener un carácter «obligatorio», pues no se puede poner a Ucrania a estar indefensa otra vez bajo la inconsistencia del memorándum de Budapest.

Sobre la posguerra. Todas las posguerras, y en especial las de Putin, dejan zonas desestabilizadas, una especie de zona gris donde el conflicto continúa en baja intensidad. Lo hemos visto en Siria y en las regiones agredidas de Ucrania 2014. Por lo que cabe esperar que tras las capitulaciones las zonas que queden bajo el poder de Rusia continúen como el Donbas desde 2014, con continuas rupturas del alto el fuego, algo que la misión de monitorización de la OSCE estuvo constatando en multitud de ocasiones. Aún no sabemos si Rusia se hará solo con el Donbas hasta Crimea, con lo que cerraría a Ucrania el acceso al mar de Azov, o si logrará conectar esta zona con Transnistria, al norte de Moldavia, para lo cual tomar el control de Odesa sería esencial. En este caso último Ucrania quedaría ya sin ningún tipo de acceso al mar.

Pero a juzgar por los pocos avances militares rusos y la potente resistencia ucraniana, a fecha de hoy, se antoja difícil que pueda hacerse con esta segunda zona. Hasta ahora ha destruido ciudades, pero no ha tomado el control de éstas. Por lo que a Putin aún le queda mucho para sentarse a una mesa de negociaciones reales, en las que ponga encima de la mesa sus verdaderos objetivos. Y Putin no quiere ir a la mesa de las negociaciones reales sin poder poner encima de la mesa más territorio.

Los refugiados procedentes de las zonas que queden en poder de Rusia nunca podrán regresar, y los de las zonas destruidas tendrán que esperar largo años hasta que se culminen las labores de desminado y reconstrucción. Otra cuestión son los deportados, algo que está pasando desapercibido y no por ello es menos sangrante ni debiera excluirse de los acuerdos. No sabemos cuántos quedarán por Rusia y Bielorrusia, pero la inteligencia ucraniana está alertando que miles procedentes de Mariúpol han sido llevados a las islas Kuriles. Con lo que ahora se entiende por qué se estaban llevando a cabo maniobras militares rusas en esta zona desde antes de la guerra, por lo que Japón protestó a principios de febrero. Parece que Putin lo tenía todo muy planeado.