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Lobo

Comicios presidenciales

Ramón Lobo

Elecciones en Francia, en guerra

El país celebrará el domingo 10 de abril la primera vuelta de las elecciones presidenciales con Vladímir Putin metido en las papeletas

Francia celebrará el domingo 10 de abril la primera vuelta de las elecciones presidenciales con Vladímir Putin metido en las papeletas. La guerra ha dinamitado la campaña electoral. Apenas hay debate. El país ha descendido a la segunda división política en la que prima la mediocridad. Emmanuel Macron se ha colgado su capa presidencial y dejado a sus ministros la molesta tarea de que tener que pedir el voto a los franceses. La broma entre los periodistas es preguntarse a qué hora llamará a Putin, su nueva ocupación existencial.

Salimos de no sé cuántas olas de covid y de los confinamientos para toparnos con el espectro de una Tercera Guerra Mundial, esta vez nuclear. No son tiempos para el optimismo. Se votará por inercia al mal menor, algo que favorece al presidente. Hasta el candidato verde, Yannick Jadot, que tiene una causa vibrante que defender, es incapaz de despertar entusiasmo.

Macron es el favorito, pese a que ha perdido fuelle en las últimas dos semanas. Se da por seguro que pasará a la segunda vuelta, prevista el 24 de este mes, junto a Marine Le Pen, a quien solíamos colgar el cartel de extrema de derecha, superada ahora por la extremísima derecha del islámofobo Éric Zemmour, hundido en las encuestas.

Zemmour, sinónimo de racismo y odio

La sobrexposición de Zemmour en la campaña ha dejado a la vista lo que es: un misógino sin otra propuesta que racismo y odioLe Pen se ha beneficiado de ese discurso ultramontano para presentarse como una nacionalista moderada. Su plan no es organizarnos la vida en torno al catecismo del ultra Lefebvre ni atacar a los homosexuales. Ha logrado zafarse de la sombra de Putin, que la utilizó en sus maniobras para socavar la UE.

La izquierda, para no dejar de ser izquierda, se presenta dividida. Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon ocupa el tercer puesto en los sondeos tras Macron y Le Pen. Tiene predicamento entre los jóvenes y ha sabido sortear el escollo de Ucrania. Pese a ser crítico con Putin se dejó arrastrar por un viejo antiamericanismo que enmarañó su discurso hasta el punto de comprar algunos de los bulos del dictador ruso. Mélenchon aspira a dar la sorpresa y colarse en la segunda vuelta. Sería un problema para Macron, que perdería la baza del voto útil anti Le Pen.

La guerra en Ucrania, la segunda en suelo europeo tras la desintegración de Yugoslavia en los años noventa, preocupa a los franceses, justo por detrás del aumento del coste de la vida. La buena marcha de la economía es la gran baza de Macron. El crecimiento de enero fue el mayor en 50 años. En Francia existe un pacto entre los partidos para bloquear a la extrema derecha. Es algo que sucede también en Alemania, pero parece impensable en España.

Los socialistas, hundidos

La pandemia ha dejado una sociedad asustada que sale a un mundo cambiante y peligroso. Se prevé una participación cercana al 70%, baja si la comparamos con el 81.4% de 1988. Anne Hidalgo, alcaldesa de París, está hundida en las encuestas con un paupérrimo 2% de intención de voto. Confirmaría la defunción del Partido Socialista de Francia, clave en la construcción de la República. Macron es un acordeón liberal que recoge parte del voto socialdemócrata y el de la derecha gaullista, asfixiada por el discurso de las extremas derechas.

Hubo antes hundimientos socialistas espectaculares en Italia y Grecia. Resisten en Alemania, Portugal y España. Hay una mudanza en el espacio electoral de las izquierdas, divididas entre más o menos utópicas, como la de Mélenchon pese a que tiene un programa atractivo, y las realistas que encarnan Los Verdes Alemanes, que dejaron de discutir el sistema para centrarse en corregir sus defectos y en la defensa del medioambiente.

Putin y su guerra en Ucrania han tomado por sorpresa a algunas de esas nuevas izquierdas europeas que tratan de navegar en un mundo nuevo movidos por eslóganes del pasado. Les puede su alergia histórica a la OTAN y EEUU. Toca cambiar el chip.

Esta confusión ha calado en los votantes. Según un estudio de IFOP, el 66% de los seguidores de Mélenchon cree en al menos una de las teorías del Kremlin sobre el origen de la guerra. En el caso de los seguidores del Zemmour, sube al 73%. De acuerdo con este estudio, el 30% de los franceses considera que la UE alentó a Kiev a pedir el ingreso en la OTAN; otro 10% cree que el Gobierno de Zelenski está repleto de nazis. El 71% de los considerados antivacunas compran la retórica de Putin. Una vez que se entra en la espiral negacionista da igual el asunto del que se trate: todo es conspiración, incluida la estupidez.

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