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Protesta juvenil contra la guerra en Hong Kong el 25 de febrero.

Tiene uno la impresión de que estamos a la espera de la Tercera Guerra Mundial como el que aguarda la llegada del metro para acudir al tajo. Durante mucho tiempo la guerra fue en parte un asunto laboral pues creaba innumerables puestos de trabajo en la industria armamentística y en el sector hospitalario, entre otros. Lo normal es que detrás de un coronel haya un contable. En fin, que nos vamos resignando porque el metro siempre llega. En Francia se acerca el convoy del fascismo, que es una de las formas en las que se manifiestan las guerras mundiales. Hay más: que el 1 % de la población posea tanta riqueza como el 80 % restante significa que mucha gente ha de morir de hambre cada día para satisfacer a ese 1 %. Quien dice hambre dice parásitos, lepra, neumonía, diabetes... De modo que ahí estamos, en el andén, como si el metro no hubiera pasado todavía y lo que ocurre es que no deja de pasar.

Hay quien se sube en el de la pobreza y quien se sube en el de la enfermedad y quien se sube en el de la granada antitanque, pero todos vamos entrando disciplinadamente en los vagones atestados de cuerpos que se observan atónitos preguntándose cómo hemos llegado a esto. No es fácil encontrar la cerilla que provocó el incendio del bosque ni la chispa que nos trajo a la situación de desesperanza actual. Pero estaría bien que los expertos analizaran el papel de neoliberalismo económico en el asunto. Quien dice neoliberalismo dice brecha: brecha entre los que sí y los que no. Escribo desde el andén, en el que me he hecho fuerte. Cada vez que llega un convoy nuevo, en vez de avanzar hacia sus puertas, reculo cobardemente hasta alcanzar la pared. Mantengo así la ilusión de ir librándome mientras veo a mis contemporáneos entrar en los vagones de la Tercera Guerra Mundial como sorbidos por una aspiradora fatal. Sobre la estación de metro de mi barrio pesa una leyenda según la cual, de cada diez vagones, uno va lleno de muertos. Has de llevar cuidado con no meterte en él para evitar convertirte en un zombi. Pero de seguir las cosas como van, es posible que todos acabemos eligiendo ese vagón. Ahora mismo dan menos miedo los muertos que los vivos.

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