Francia ha elegido, en una ajustada segunda vuelta, al que será su presidente durante los próximos cinco años. Emmanuel Macron ha logrado la reelección. Marine Le Pen iba por su tercera intentona y en cada una de ellas ha sabido ir ganando terreno.

¿Es más feminista votar a una mujer que a un hombre? ¿Es Marine Le Pen feminista? Francamente, no lo sé. No diría yo que feminismo y ultraderecha puedan llegar a hacer muy buena pareja, pero vaya usted a saber.

El caso es que durante toda la campaña electoral Marine Le Pen ha andado presumiendo de su feminismo, citando a Simone de Beauvoir, haciendo declaraciones a favor del aborto y proclamando que nadie mejor que una mujer, como ella, para defender los derechos de sus congéneres que desde el Elíseo. Salta a la vista que este es un argumento tramposo, pero para aclarar conceptos la actual ministra de Igualdad de Francia, Elisabeth Moreno, y sus tres predecesoras Laurence Rossignol, Najat Vallaud-Belkacem y Nicole Ameline, que representan un arco político que se desliza entre la izquierda moderada y el centro, han publicado en el periódico «Le Monde» una tribuna donde atajan de raíz las dudas sobre las supuestas convicciones feministas de Le Pen.

La respuesta a esa cuestión va de entrada, en el encabezamiento: «Marine Le Pen no es feminista». A continuación, Moreno, Rossignol, Vallaud-Belkacem y Ameline acusan a la extrema derecha de instrumentalizar el feminismo y de hacerlo con fines electoralistas. Aunque el tono de la candidata se ha moderado y ha cambiado las siglas del Frente Nacional por las de la Agrupación Nacional, las autoras del texto piden que nadie se llame a engaño: son los mismos perros con distintos collares.

Ahora agita la bandera del feminismo, pero Marine Le Pen, eurodiputada entre 2004 y 2017, se ha opuesto a todos los acuerdos adoptados por el Parlamento Europeo para mejorar la vida de las mujeres y en 2016 votó en contra de la adhesión de la Unión Europea al Convenio de Estambul contra la violencia machista. Es contraria a legislar en favor de la paridad y de la conciliación familiar y profesional, y no duda en manipular el discurso feminista para dar rienda suelta a la xenofobia que atraviesa todo su programa político.

Todo eso opinan de Marine Le Pen las ministras de Igualdad de la República, que vienen a decir, al final de su carta abierta a los ciudadanos, que hay mujeres como Olympe de Gouges, Flora Tristan, Gisèle Halimi y Joséphine Baker de las que Francia puede presumir, por su indiscutible defensa de las mujeres y sus derechos, pero no hay que llamarse a engaño, y el hecho de ser mujer no es un aval de sensibilidad feminista y –este es un añadido propio– tampoco determina las capacidades de nadie ni el que se sea mejor o peor persona.