«Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo»

Esta cita, atribuida a Voltaire, y que en realidad nunca pronunció, sino que fue citada por su biógrafa británica Evelyn Beatrice Hall, recreando el talante y las ideas liberales del filósofo ilustrado francés, sintetiza de manera gráfica el espíritu de la celebración anual del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que desde 1993 se celebra cada 3 de mayo.

Esta efeméride fue proclamada por la Asamblea General de la ONU a instancias de la UNESCO, y recuerda que, según establece el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la libertad de expresión es un derecho fundamental: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». 

Libertad de expresión y libertad de prensa caminan unidas. Y, también, la libertad de pensamiento. No en vano, el Premio Nacional de las Letras Españolas José Luis Sampedro apuntaba que «sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada».

Estamos hablando de tres piedras angulares para el desarrollo social, cultural y político que han definido el recorrido de la ciudadanía desde el surgimiento de la primera burguesía y de la imprenta, en el siglo XV, hasta el despegue del Siglo de las Luces, el XVIII, que aportó los conceptos de democracia, participación, educación y desarrollo económico.

Pero desafortunadamente los tres pilares que reivindicamos, pensamiento, expresión y libertad de prensa, no están presentes en todos los países ni en todos los grupos sociales y, precisamente, cada 3 de mayo se busca la oportunidad de evaluar la libertad de prensa a nivel mundial, de defender los medios de comunicación de los ataques sobre su independencia, así como de rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus vidas en el desempeño de su profesión.

No corren buenos tiempos para el buen periodismo y la libertad de prensa. Sin ir más lejos, el Instituto Internacional de Prensa señalaba en 2021 la muerte de 45 periodistas en el ejercicio de su profesión, una gran mayoría en Latinoamérica. Libertad de prensa, desarrollo y democracia son retos que aún están por alcanzar en muchas partes del mundo. Y el buen periodismo, la «libertad de decir lo que la gente no quiere oír», en palabras de George Orwell, es un arma frente a las tiranías y un bastión defensivo para la ciudadanía que tiene derecho a saber. La información se convierte así en un bien común, que hay que asegurar.

Albert Camus, que junto con Orwell rechazaba dogmas y totalitarismos, afirmaba que «una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala». Ya era consciente, a la vez, del enorme peligro que suponía, en un siglo XX en el que el poder de la prensa se había agigantado, la desinformación, la falta de ética o la manipulación interesada.

Y en esas estamos. Precisamente, la celebración auspiciada por la UNESCO este 3 de mayo de 2022 alberga en Punta del Este (Uruguay) la conferencia, que, con el lema «Periodismo bajo asedio digital», debatirá el impacto de la era digital en la libertad de expresión, la seguridad de los periodistas, el acceso a la información y la privacidad. Nuevas asechanzas a la libertad de prensa en el siglo XXI y en una década dominada dramáticamente desde su inicio por una pandemia y, ahora mismo, por una guerra en la que nadie queríamos creer.

Frente al peligro real de la desinformación, de las fake news, el mal entendido «periodismo de calle», la vulneración del derecho a saber, a expresarse y a decidir, que ejercen hoy mismo gobiernos tiranos en los cinco continentes, Fundación por la Justicia está comprometida desde sus inicios, hace casi tres décadas, en la defensa de los Derechos Humanos, la Justicia y la Libertad en todas sus manifestaciones, desarrollando una parte especial de estas acciones en El Salvador, con el Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa.

Además, junto con acciones de sensibilización y defensa de colectivos vulnerables en otros países centroamericanos, como Guatemala, la Fundación abandera un nuevo proyecto que persigue concienciar a la ciudadanía valenciana sobre la situación de violencia, hostigamiento, discriminación y violación de derechos sufridos por periodistas y defensores de los derechos humanos vinculados a la libertad de prensa y expresión en El Salvador.

La libertad de prensa –la libertad- es un derecho irrenunciable. La comunicación, el criterio, la información van indisolublemente unidos al desarrollo y al bienestar. Ryszard Kapuscinski, uno de los mejores reporteros internacionales, -que fue maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y también Premio Príncipe de Asturias por su preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo-, afirmaba que «las malas personas no pueden ser buenos periodistas». Apostemos por ello.