Inmersos en la noticia diaria de la guerra en Ucrania, la mayor parte de la ciudadanía no parece consciente de que está siendo informada por periodistas que se juegan la vida. Literalmente. Hasta el momento, siete reporteros han muerto y 11 han sido heridos, según Reporteros sin Fronteras. No solo informan en ese escenario de batalla, también tratan de dirimir lo que es propaganda de lo que es información real de un bando y del otro. Porque no lo olvidemos, en una guerra la propaganda es una arma más que trata de calar y penetrar en el imaginario colectivo.

Es por ello que la libertad de prensa ha de ser reivindicada con mayor insistencia, tanto por el contexto de batalla en el que nos encontramos –con Rusia como uno de los principales países que reprimen la libertad de expresión-, como por hechos ponen en riesgo la seguridad y la labor de los periodistas. Concentraciones empresariales de medios de comunicación, acoso y agresiones físicas, restricciones al acceso a la información, etc., que suceden incluso en países de la Unión Europea.

Además, los ataques al trabajo realizado por los periodistas no se limitan al espacio físico, sino que también se producen de forma virtual. El acoso que sufren los compañeros en Internet se agudizó hace dos años con al pandemia, sustentado por los avances tecnológicos.

Es por ello que en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la UNESCO ha querido hacer hincapié en los desafíos a los que se enfrentan los periodistas en el desempeño de su trabajo en el ámbito digital. El desarrollo tecnológico está afectando a la seguridad, privacidad y libertad de muchos profesionales de la información.

De ahí que, bajo el lema ‘Periodismo bajo vigilancia’ se ponga el foco, entre otros elementos, en aquellos programas informáticos que se dedican a espiar el trabajo de los periodistas, sobre todo, desde que el teletrabajo se instauró por la pandemia. En este sentido, cabe destacar la encuesta realizada a más de 2.000 periodistas de 145 países por el International Center for Journalists (ICFJ) y el Tow Center for Digital Journalism de la Universidad de Columbia sobre el impacto de la COVID-19 en el periodismo mundial.

En sus conclusiones, el informe señala que el 46% de los encuestados identificó a políticos como una de las principales fuentes de desinformación. Asimismo, el 81% aseguró que había hallado informaciones falsas de forma semanal, siendo Facebook el principal medio de difusión de fake news. Casi la mitad de los periodistas encuestados dijo que sus fuentes les habían expresado miedo a represalias por hablar con ellos y el 30% que sus empresas no les habían proporcionado equipos seguros durante la primera ola de la pandemia.

Son solo un ejemplo de datos que ponen de relieve que la ciudadanía necesita más que nunca ese periodismo independiente que reivindicamos cada 3 de mayo. Ese periodismo para que pueda informarse y formarse una opinión sobre temas importantes. Ese periodismo ejercido por profesionales libres que puedan ejercer el derecho a la información con las mejores garantías.