Acostumbrados como estamos a destacar los descubrimientos científicos por los resultados obtenidos, hoy queremos homenajear el esfuerzo previo realizado en el que muchos consideramos, el mayor laboratorio de investigación de la historia de la ciencia, para adaptar sus instalaciones con las mejores condiciones tecnológicas que permitan a la comunidad científica desentrañar los secretos más profundos de la materia.

El Centro Europeo para la Investigación Nuclear CERN ubicado en Suiza entre Ginebra y la frontera francesa inauguró su funcionamiento en 1954, es considerado el mayor laboratorio de investigación nuclear del mundo, está financiado por 22 estados miembros con aportaciones anuales en torno a 700 millones de euros y acoge a más de 10.000 científicos en sus amplios y complejos programas de investigación.

El CERN lo componen infinidad de recursos, sistemas, estructuras y componentes tecnológicos dotados para múltiples procesos de investigación, pero su estrella es el llamado, no se asusten, Gran Colisionador de Hadrones LHC, el acelerador de partículas más grande del mundo, la máquina de mayores dimensiones jamás construida. Puesto en funcionamiento en 2008, se ubica en unos túneles de 27 kilómetros de circunferencia a una profundidad de 175 metros bajo tierra donde se albergan sus complejas instalaciones.

En los túneles del LHC se aceleran hadrones, las partículas que componen la materia, en nuestro caso los protones de los núcleos atómicos, mediante miles de grandes electroimanes superconductores colocados a través de las trayectorias circulares de 27 kms de recorrido adquiriendo enormes energías. Haces de protones acelerados a casi la velocidad de la luz con trayectorias enfrentadas, colisionan frontalmente fragmentándose en un submundo de infra partículas reflejo del origen básico de la materia, observable en siete detectores estratégicamente ubicados.

Tras más de tres años de parada para el mantenimiento y revisión de las instalaciones del LHC, el pasado viernes 22 de abril, dos haces de protones en sentidos opuestos, volvían a colisionar nuevamente a modo de pruebas de funcionamiento inicial, pero será dentro de tres meses cuando las partículas que colisionen adquieran la nueva energía tras la mejora, tres veces superior a la obtenida en su fase anterior operativa de 2018: 13,6 billones de electrón voltio (Tev.). Esta energía nunca antes alcanzada en el protón acelerado, permitirá tras su colisión, poder observar la descomposición de la materia con un mayor rigor y detalle. Además se ha multiplicado por 10, hasta 6.000 millones, el número de colisiones observables y con mejores técnicas de detección con las modificaciones realizadas en los siete detectores del LHC.

Con este nuevo hito de funcionamiento del Gran Colisionador bajo condiciones optimizadas, la investigación científica está de enhorabuena al ampliarse los límites de lo desconocido: protones más energéticos, mayor número de colisiones, mejores sistemas de detección. Todo ello abre posibilidades y esperanzas de avances significativos hacia un mejor conocimiento de la materia, las sub partículas atómicas que la componen y las leyes físicas que regulan sus interacciones.

Reproducir el universo a nivel microscópico es un continuo desafío que lleva a predecir agujeros negros subatómicos con brevísimo tiempo de supervivencia. Identificar la materia y energía oscura presentes en el 70 % de nuestro actual universo, justificadas por la teoría estándar de la física de partículas y la expansión acelerada del universo, pero sin haber podido observarse su composición. Detectar el gravitón en la materia como partícula de canje del campo gravitatorio, estudio de la antimateria, la radiación cósmica original, son solamente algunos de los retos científicos más cerca de ser alcanzados gracias a la ampliación de los límites de la ciencia por las mejoras en el nuevo LHC ya en funcionamiento.

Para un avance científico con garantías, los pilares básicos que lo fundamentan no son otros que el buen desarrollo tecnológico y una fuerte y profunda innovación en los procesos. Con todo ello, los adecuados recursos y un competente equipo humano, puede aspirarse a despejar incógnitas del conocimiento desconocidas hasta el momento sin límite alguno que se contrapongan.

Afortunadamente en estos tres últimos años en el seno de una compleja institución internacional, se han dado los pasos en la dirección correcta para que el Acelerador LHC del centro europeo CERN disponga de los avances científicos perfectamente instalados y probados, que lo consolidan como uno de los proyectos científicos más importantes de la historia humana, alineado con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esperemos que los resultados lleguen y sean tan significativos como las expectativas auguran.