Efectivamente, no se trata sólo de una guerra civil más o menos controlada como ha venido sucediendo desde 2014, a consecuencia del golpe de estado de la plaza del Maidán, de Kiev, que causó el derrocamiento del presidente ucraniano elegido democráticamente Yanukóvich, y que ya había causado cuando ha intervenido Rusia, más de 14.000 muertos y la consiguiente devastación de dicha región ucraniana, fundamentalmente prorrusa.

Ahora, tras la intervención rusa sobre un territorio, Ucrania; histórica, cultural y socialmente ruso, vital tanto para la existencia física como cultural de Rusia, así como para su seguridad militar, ante unos EEUU y una OTAN dirigida por estos, con unos propósitos objetivamente muy agresivos, que no han descansado en incorporar más y más estados europeos del este a esta organización militar y militarista desde la caída de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia, antagónico de aquélla; la guerra ha adquirido unos tintes verdaderamente preocupantes. Y sin embargo, tanto Biden, como Zelenski, y especialmente los países más destacados del bloque militar referido, como Gran Bretaña, Francia, por su potencial atómico, y ahora, últimamente Alemania (otra vez Alemania metida en una guerra europea con sus tremendas connotaciones históricas y guerreras, aunque ahora sea dirigida por un socialdemócrata); no puede llevar a nada bueno. O mejor dicho, sólo puede llevar a algo verdaderamente catastrófico, es decir, a una guerra mundial nuclear. Algo a lo que hasta la fecha se ha intentado eludir con una política de desarme más o menos tibia entre Rusia y los EEUU.

En una reciente entrevista radiofónica, el teniente general en la reserva Pedro Pitarch, a una pregunta de la periodista sobre cuándo creía que podría terminar la guerra, apostillando la misma periodista, que si dependía del presidente de la Federación Rusa, Putin;  dijo: unos opinan que la finalización de la guerra depende de Putin, pero otros consideran que depende de Zelenski, y otros de Biden; dado el conjunto de intereses diversos en juego. En cualquier caso, manifestó, hay que esperar que, esta guerra pueda terminar pronto, en bien de todos. Opinión muy acertada, por su ponderación, por su objetividad en un momento en que el maniqueísmo sobre la maldad del dirigente ruso, no tiene límites, siendo como es un dirigente tan elegido democráticamente como los demás, y con sus errores, como los demás; que practica el capitalismo neoliberal, como los demás adversarios, pero que se sepa no está involucrado en ningún golpe de estado, ni en prohibición de partidos, ni en la creación ni mantenimiento de batallones nazis como el denominado de Azov, por cierto, actualmente escudado, en más de mil civiles (mujeres y niños) en su trinchera del complejo industrial del acero de Maríupol; como sí lo está Zelenski, como es público y notorio.  

Desde luego,  enviando masivamente material bélico último modelo a Ucrania, no es forma de terminar la guerra, como está haciendo también Pedro Sánchez, lamentablemente. Así no se lucha por la paz, sino por la guerra, obviamente. No a la guerra. OTAN.

jlh/.2.5.2022