El término ucronía, según el diccionario de la RAE, significa «Reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos». Lo acuñó el filósofo francés Charles Renouvier en su obra de 1857 «Ucronía: la utopía en la Historia». Definiéndolo como «lo que no está alojado en el tiempo». Imaginó un mundo en el que el cristianismo no hubiera triunfado en el Imperio romano del siglo III.

Así, desde la ucronía se ha fantaseado si Hitler hubiera sido el vencedor de la II Guerra Mundial en la novela de Philip K. Dick «The Man in the High Castle» (1962); si Franco hubiera perdido la Guerra Civil en la novela de Jesús Torbado «En el día de hoy» (1976) o si no se hubiesen extinguido los dinosaurios y habitaran en el centro de la Tierra en la novela de Julio Verne «Viaje al Centro de la Tierra» (1864), entre otros ejemplos.

El lector podrá aplicar su propia ucronía a la historia que conoce o, quizás debiéramos decir, que desconoce. A la vista del derrumbe de mitos históricos según las últimas investigaciones que cuestionan, por ejemplo, no sólo que existieran tal y como nos lo han contado personajes famosos como el Cid Campeador, según descubre el historiador David Porrinas González en su obra «El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra» (2019) sino que se diera ni siquiera con la épica conocida la batalla de Covadonga, cuando sólo fue una escaramuza entre los astures liderados por Don Pelayo y los musulmanes. Batalla, por cierto, que se sitúa en el embrión de una hipotética Reconquista de España que duraría siete siglos hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.

Mito fundacional de lo que conocemos ahora como España, que otros sitúan en la época goda (mediados del siglo V y comienzos del siglo VIII), cuyo idioma el gótico se habló en partes de Crimea hasta el siglo XVIII. Sí, esa Crimea que arrebató Putin a Ucrania en el año 2014 como ahora quiere arrebatar toda la parte oriental de Ucrania, el Donbás o, en el peor de los casos, toda Ucrania.

En el mundo del Derecho también puede darse el juego de la ucronía. ¿Qué hubiera pasado si tal ley o tal sentencia hubiera sido el ordenamiento vigente cuando un hecho fue tratado con injusticia y arbitrariedad?

En el Derecho Penal, la ucronía legalmente se resuelve a favor del reo. Es decir, se piensa hipotéticamente que si una ley hubiera estado vigente en el momento de los hechos y le hubiera favorecido al reo se entiende que le es aplicable aunque su promulgación fuera posterior a los hechos. Es lo que se llama la retroactividad de la norma más favorable. Es cierto que cabe pensar que cuando se cometió el hecho no se trató con injusticia o arbitrariedad porque se le aplicó la norma vigente pero también es cierto que la injusticia deriva no tanto de la norma vigente cuanto del tratamiento recibido en términos de Justicia. Que es dar a cada uno lo suyo. Y lo suyo cuando ahora es más favorable también es lo suyo cuando antes realizó el hecho. Diacronía que le favorece. Ley y Justicia no siempre van de la mano.

En cierto modo, el Derecho en estos casos reconoce que su propia evolución debe favorecer a las personas si mejora sus condiciones de vida cuando están sufriendo una aplicación de la norma perjudicial para ellas.

Pero no ocurre lo mismo con las sentencias. Por ejemplo, si los criterios establecidos en la reciente sentencia del Tribunal Supremo que anula el nombramiento del fiscal de Sala de Menores se aplicaran con retroactividad, seguramente, serían nulos la mayoría de los anteriores nombramientos de nuestros fiscales de Sala actuales. Dicho sea con todo el respeto y consideración a mis compañeros. ¿Se demostraría que quién ocupa o ocupó en su día el cargo de Fiscal General del Estado habría realizado propuestas arbitrarias, comportándose en esta materia como si la Fiscalía General del Estado fuera su cortijo particular? Todavía recuerdo el rasgo de sinceridad que tuvo conmigo un Fiscal General cuando me dijo que la figura que representaba era como el Rey Sol. Por el bien de todos, esperemos que esa figura no muera de gangrena como falleció Luis XIV de Francia en 1715. En todo caso, lo referido al margen de alterar la conciencia de quien la tenga, no provocará consecuencias gracias a ese concepto tan abstracto de la seguridad jurídica. Que no se engañen sólo es la seguridad del status quo.

Pero, sobre todo, quizás se descubriría algo tan sorprendente cual es que el ministro de Justicia, salvo pactos inconfesables, sin cuestionar pudiendo hacerlo la propuesta arbitraria de la Fiscal General del Estado llevó sin rechistar esos nombramientos al Consejo de Ministros, dependiendo por consiguiente de la Fiscalía General cuando lo común es decir lo contrario. Recuerden la famosa entrevista del presidente del Gobierno con un periodista. ¿De quién depende la Fiscalía?, pregunta Sánchez. Del Gobierno, contesta el periodista. Pues eso, afirma el presidente. Afirmación que ante los aluviones de críticas recibidas tuvo que rectificar sin un solo pestañeo, como es habitual en él. ¿Cosas de cierta política oportunista, cada vez más en caída libre? O ¿rectificar es de sabios?

Otra vez se demuestra que todo está imposible. Y que, sin duda, seguimos en la misma dinámica diabólica de las relaciones entre un Ejecutivo prepotente y una Fiscalía General del Estado sumisa. Relaciones que no podemos hacer extensivas al resto de los fiscales que componen el Ministerio Fiscal, los cuales dignifican día a día su labor en defensa de la legalidad sin más servidumbre que la de la propia ley. A pesar de las dificultades internas y externas que encuentran en su camino al servicio de la sociedad. Y la mayoría de las veces a costa de su legítima promoción profesional. No todo vale para los fiscales íntegros y comprometidos con la Justicia.

Dicho lo anterior. Ucrania tiene que vivir su propia ucronía con datos que siguen siendo hipotéticos o no tanto. Tal es la información que estamos recibiendo de esta terrible guerra. Me refiero a la extendida convicción occidental sobre la victoria de Ucrania en la guerra de Putin. ¿Es un hecho hipotético esa victoria de Ucrania o es un hecho real? ¿Qué piensan ustedes? ¿Ucrania vive en la ucronía o la ucronía es un juego macabro en Ucrania? ¿Sirve la ucronía para analizar nuestro presente y, quizás, para saber algo de nuestro incierto futuro? O, tal vez, tengamos que preguntarnos con el poeta ya fallecido José Manuel Caballero Bonald: ¿Qué tribunal podría/ purgar la podredumbre la Historia?, de su libro El papel del coro (1961).