La celebración del Día de Europa, en circunstancias bélicas difíciles, hace necesario ahondar en los orígenes de esta celebración; y en la situación actual, redefinir el rumbo propicio a seguir, para fidelizar Europa al espíritu que originó esta celebración, y poder ofrecer a las siguientes generaciones un futuro sostenible, estable y pacífico.

Conmemoramos que el 9 de mayo de 1950, estando aun Europa, conmocionada y dividida por las consecuencias de la 2ª Guerra Mundial, un hombre providencial, Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, leyó en el Quai D’ Orsay un Manifiesto de acercamiento entre Francia y Alemania, que supuso colocar la primera piedra para la construcción de una organización europea indispensable para el mantenimiento de la paz, dejando atrás los rencores del pasado, con la creación de una organización abierta a los demás países europeos que deseasen participar, situando la solidaridad en el núcleo de un proyecto audaz:

«la solidaridad de producción que así se crea pondrá de manifiesto que cualquier guerra entre Francia y Alemania no solo resulta impensable, sino materialmente imposible…»

De ese impulso surgió la Comunidad Europea del Carbón y del Acero el 18 de abril de 1951; que evolucionó ampliándose a lo que después fue el Mercado Común, y finalmente, con el Tratado de Maastricht en la actual Unión Europea, estableciendo intereses comunes con organismos supranacionales que destierren enfrentamientos pasados.

Pero ese proyecto solidario, de paz entre los pueblos que supone la Unión Europea, está hoy fuertemente amenazado por posturas extremistas, de uno y otro signo, que actúan de espaldas a los organismos comunitarios, desafiando su autoridad, o que incluso cuestionan la conveniencia de estos organismos, recelando que se menoscabe su soberanía nacional. El ejemplo reciente de ese 40 % de votos en las elecciones francesas que apoyan estas posturas antieuropeas es suficientemente significativo y preocupante, máxime cuando es compartido por otros países, como es sabido.

Además, los últimos acontecimientos, como el que está azotando a Ucrania, con la indignante invasión del ejército de Putin y las atrocidades que comete, masacrando civiles, torturando, violando y matando mujeres, etc., son la trágica manifestación del rompimiento de los valores sobre los que se asienta Europa, del desprecio de los más elementales derechos humanos, proclamados en su Declaración Universal, convirtiendo en una quimera la obligación de comportarse fraternalmente los unos con los otros, que proclama en su art.º 1º.

Esta confrontación bélica es causa de reflexión de cuál es hoy día la situación de esta Europa, de la que conmemoramos su Día, y aquí hay que notar de una parte con preocupación la postura de algunas naciones que no condenan la invasión por alguna afinidad con el agresor, o la complicidad de países que superponen sus intereses económicos energéticos a la condena radical de una invasión injustificable y terriblemente cruel.

Pero también hay que resaltar con alivio la ola de solidaridad y apoyo al agredido de la mayor parte de los Estados que conforman la Unión Europea.

La gestación de esta guerra de Ucrania, que dio lugar a diferentes debates entre Estados Unidos y Rusia, en los que no se dio participación alguna a la Unión Europea, pese a que se trataba sobre un Estado europeo, nos deja claro que ésta no es una gran potencia que se considera en una confrontación internacional, pero ello no quita ni un ápice del papel de liderazgo que esta vieja dama enferma, como algunos llaman a nuestra Europa, tiene que desempeñar: el de la Europa de los valores, de los principios que la inspiraron y transmitió al mundo: la libertad, la democracia, la igualdad, la solidaridad, el respeto a los Derechos Humanos, la dignidad de la persona, la fraternidad universal; en los que se basa el mundo civilizado y todo progreso. En su implantación, sensibilización y reforzamiento, Europa, la vieja Europa que los creó, tiene un papel irrenunciable para con el resto de los países.

En Fundación por la Justicia, que tiene como uno de sus objetivos prioritarios la sensibilización en los Derechos Humanos, apostamos para que la conmemoración del Día de Europa refuerce esa apuesta por este liderazgo.