La Feria de Muestras de València, inaugurada un día 10 de mayo de 1917 en la Estación del Norte de València, con José Grollo Chiarri, como presidente, que lo era también de la Unión Gremial, como entidad organizadora, lo ha sido todo para la economía valenciana. En estos 105 años, la primera Feria Muestrario de España ha sido promotora de iniciativas comerciales, embrión de salones monográficos, propulsora de sectores tecnológicos e imagen de nuestra ciudad entre las grandes ciudades internacionales. Viví su 75 aniversario en 1992, con Ramón Cerdá como presidente, y recuerdo sus logros y su reconocimiento.

La Feria de València fue fundadora, única entre las españolas, de la Unión de Ferias Internacionales (UFI), en 1925, y su labor, que adorna el desarrollo de València a lo largo de todo el siglo pasado, se encuentra hoy ante la tesitura de tener que reencontrarse a sí misma para el siglo XXI. València ciudad es mucho más que su Feria, naturalmente, pero durante años, a lo largo del siglo XX, València ha sido conocida también y especialmente por su Feria. «Valencia, ciudad de Ferias», llegó a rezar un conocido eslogan de la época. Incluso el Valencia Club de Fútbol llegó a disputar -y a ganar, por dos veces consecutivas- la Copa de ciudades de Feria, antecedente de la Europa League, lo que reconocía la importancia de las ciudades que disponían de una Feria comercial de carácter internacional.

Para ello, la colaboración de la ciudad que acoge a la Feria resulta fundamental. Se trata de ser -y continuar siendo- una ciudad ferial. València lo es sobradamente por su historia. Pero toda su ciudadanía debe ser consciente de ello, pues se beneficia, y mucho, del prestigio, y celebración, del acontecimiento ferial. La colaboración de los sectores económicos resulta indispensable para el éxito, pero no son solo los tradicionales sectores económicos valencianos, sino también aquellos otros que, procediendo de otros lugares, encontraron en la Feria de València el marco idóneo para la promoción de sus productos y la acogida en hoteles, restauración, taxis, y otros servicios, que benefician a nuestra ciudadanía.

La Feria, cumplió un papel relevante en el devenir de la economía valenciana, y hay que resaltar la visión de quienes, en el año 1917, se adelantaron a su tiempo, previendo los efectos beneficiosos de la instalación en València de la Feria, que, más tarde, en 1922, se trasladaría al Llano del Real, proyecto Goerlich, Mora y Ribes, y en 1969, a su ubicación actual, en Benimàmet, mediante concesión municipal en unas instalaciones que tuvieron la inspiración de Le Corbusier, donde las ediciones se fueron sucediendo, los Comités organizadores funcionando, y los sectores convirtiéndose en Ferias monográficas internacionales, en las que el Juguete competía con Nuremberg, el Mueble con Colonia, Textilhogar con Frankfurt, o Cevisama con Bolonia, entre otras, situando a nuestra ciudad en el mapa de las importantes ciudades europeas.

Ahora se trata no solo del reconocimiento de la labor de la Feria en el pasado, sino de contar con la eficacia de un instrumento ágil y próximo como la Feria para el desarrollo de la política económica que la Generalitat impulsa, y que la conciliación entre la digitalización y la exposición impone. Solo desde la perspectiva de la implicación de los sectores representativos, a través de los Comités Organizadores en las diferentes Ferias monográficas se puede lograr el mayor dinamismo de los diferentes certámenes como agentes de desarrollo de toda de la economía valenciana, y española a nivel internacional. Los Comités Organizadores tuvieron un papel protagonista en la historia de la Feria de València, en el siglo XX, que hoy, de nuevo, se debe impulsar en el siglo XXI.