El caudal de la vida política en el Reino de España corre de manera vertiginosa, tanto que mientras la vicepresidenta y ministra de trabajo Yolanda Díaz sigue deshojando la margarita de su proyecto es la periferia quien se impone al centro en el terreno de las izquierdas, las ubicadas más allá del presidente Pedro Sánchez, pues si en Madrid se ven lejanas las próximas elecciones generales, no ocurre lo mismo con las autonómicas, en las que esas izquierdas, Sánchez incluido, se han dado sendos batacazos en la propia Comunidad de Madrid y en la Junta de comunidades de Castilla y León.

Es el caso de Andalucía, donde la izquierda al final sólo va dividida en tres partidos, y gracias, dado que lo de llegar tarde parecía un fichaje fallido de Florentino Pérez para el Real Madrid. Y en tierras valencianas hemos visto la confluencia de Compromís con varios partidos, agitados entre la salida del conseller Vicent Marzà, antes de la remodelación del gobierno del presidente Ximo Puig, y la permanencia de la vicepresidenta Mónica Oltra, pero firmando acuerdos con Más País, Chunta Aragonesista, Més Mallorca y Equo. Así mismo, en UP la consellera de Esquerra Unida Rosa Pérez aboga por una confluencia amplia como la andaluza, mientras la coordinadora de Podem Pilar Lima esquiva las flechas de momento.

Aunque la verdadera velocidad y voracidad de nuestro transitar político tiene su mayor muestra en el primer aniversario desde la salida del gobierno y del liderazgo de UP de Iglesias y en los apenas dos meses cumplidos desde el derribo o sustitución del presidente del PP Casado, como dos jóvenes Pablos caídos del caballo en la primera línea de fuego, y ya se les percibe como agua pasada. Con naturalidad todo ha comenzado a pivotar en torno a dos frescos generales, ella y él, de mayor edad y venidos de Galicia: Alberto Núñez Feijóo para centrar el PP, con precedente en su homónimo Albert Rivera, otro joven santo mártir, y Yolanda Díaz para crear una marea que arribará a una playa cuyo nombre aún desconocemos.

Dicen los mentideros de la corte que Pablo, Iglesias, como ya le ocurriera con sus colegas fundadores de Podemos, no se habla con Yolanda, su sucesora en la vicepresidencia y en la cabeza de la coalición UP. Un caso curioso que recuerda a lo que pasó en su día con los ex presidentes José María Aznar y Mariano Rajoy, si bien hoy lo de Feijóo ha sido más un golpe clásico, de factura similar al que se fraguó en el PSOE años atrás contra Pedro, aunque con resultado último muy diferente. Eso sí, mientras Casado se ha quitado de en medio, el mediático Iglesias ataca con los mejores ejércitos por prensa, libros, redes, radio y televisión.

Conviene aclarar, pese a que en la era de la posverdad no nos extrañe casi nada, que no fue Iglesias quien fichó a Yolanda, sino al revés, aunque no sabemos si Pablo entra en ello con sus memorias-entrevista, pues la Marea Gallega, confluencia encabezada mediante primarias por Díaz, entonces coordinadora de Esquerda Unida en Galicia, fue quien contrató como asesor al universitario Iglesias, y conviene así mismo recordar que esas mareas son previas al nacimiento de Podemos y tuvieron grupo parlamentario propio y voz en el pleno del Congreso, cuando los morados pasaban, con la Marea, de setenta diputados en la carrera de San Jerónimo.

En definitiva, la mayoría de izquierda gobernante está en plena reconstrucción y aunque el presidente Sánchez quiere llegar a presidir la UE, como ahora el francés Enmanuel Macron, y agotar la legislatura, son muchas las incógnitas y rápidos que nos esperan, pues los partidos separatistas ya le hicieron dimitir una vez y la crisis económica, que se mantendrá también en 2023 con dureza, puede poner el reino patas arriba. La derecha y la extrema derecha alerta están, en la capital española y en la valenciana aún más.