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Cotilleos de mayo

Carmen Martínez Fortún

De Charlene a Pedro Sánchez

Dicen por ahí que Charlene le ha exigido una millonada a Alberto por no separarse y aparecer de vez en cuando en algún acto oficial acariciando a los pequeños; que se casó sin amor y que bastante ha aguantado concluye una. También dicen que Malú va por libre y que está arrasando en los conciertos y que de Albert ni rastro, y una piensa que los afectos de este hombre siempre parecieron algo efímeros aunque le encantaría dar una oportunidad a tan romántica historia, que el futuro hablará. Es el pasado el que resucita cuando se dice que Juan Carlos quiere volver con su leal Sofía –la Reina y yo–, que qué buen papel nos hizo siempre la soberana a la que nunca se le ocurrió exhibir sus abdominales, que eso no lo hacen las reinas. Y si no, miren ustedes a Isabel de Inglaterra, a punto de cumplir setenta años de reinado sin que se le conozca desliz personal alguno, superando el desprestigio de esa familia endemoniada y poseedora de una popularidad personal tan sólida que hasta las Spice Girls van a acudir unidas a festejarla.

Por lo que se cuenta, el emérito no quiere volver a España si solo puede pasar por Zarzuela a saludar, que la ingratitud de un hijo no se lleva bien, y también se insinúa que doña Sofía hubiera ido encantada a Abu Dhabi que no sabemos quién se lo impidió. Mientras, en el Congreso, Rufián dice que Irene Montero posee un talento extraordinario, que Dios los cría y ellos se juntan, y fuera de él Zapatero prepara su futuro como mediador o embajador entre Colombia y Venezuela si por desgracia gana Petro y el populismo vuelve a triunfar.

Para esta impertinente frivolona, lo más interesante de los últimos cotilleos es ese rumor según el cual Sánchez no se presentaría a las próximas elecciones, no sé si porque confundo la realidad o el deseo, porque el presi tiene claro que no va a ganarlas o porque está cansado de tanto sinvivir parlamentario, que si ahora me salva Frankenstein, que si ahora la derecha de los mangantes, que uno también tuvo alguna vez sus principios –¿quién tuvo retuvo?– y tanto maltratarlos igual ya cansa.

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