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Tonino

LA SECCIÓN

Tonino Guitian

Sadismo en familia

Si me hubiera preocupado de prever para mis conciudadanos un centro mundial de alimentación urbana sostenible, y al cabo de un tiempo me saltara la noticia de que una nonagenaria ha muerto de inanición por desidia de su cuidadora, me moriría de vergüenza aunque ambos hechos no parezcan tener relación entre sí.

Pero sí la tienen. Al menos desde el punto de vista del reparto de la riqueza. En el decálogo del objetivismo de Ayn Rand, el del capitalismo puro, uno no debe amar indiscriminadamente a nadie por encima de uno mismo. Ya habrán escuchado -y seguro que hecho suya- la máxima de nuestro siglo que dice «primero tú y luego los demás». Rand aseguraba de que se debe amar según el valor de la persona a la que se ama, así que el valor de la vida de una nonagenaria en València, según la sentencia, se estima aproximadamente en cuatro mil euros y dos años de prisión. Vamos, que con ocho mil euros y cuatro años de prisión te puedes llevar por delante a tu madre, a tu suegra y culpar a sus cuidadoras.

No se puede estar atento a todas las circunstancias de una ciudad, y también es cierto que nunca llueve a gusto de todos. Si lo que inquieta es la vergüenza del recalentamiento climático, la sostenibilidad de frutas y verduras o conseguir que la gente sea capaz de hacer un largo trayecto hasta el ecoparque, ponemos en valor la patente indefensión de la sagrada naturaleza frente al frenético consumismo humano. Pero no todos los seres humanos estamos en la misma situación de poder.

La nueva moral que ha ido calando es la de que uno ha de amar únicamente a quien se lo merece. Un perro fiel, por ejemplo. En realidad, se trata de un negocio racional que se paga con la moneda del afecto. Si uno quiere amor, debe corregir sus flaquezas para ser merecedor de ello. El propósito de la vida ya no es conjunto. El único propósito es alcanzar la más alta cota de felicidad individual.

Pero esta nueva moral no es nueva. El Marqués de Sade la reveló a través de su obra `Justine´, donde usa a la protagonista para manifestar su pesimista tesis según la cual la virtud es sistemáticamente violada y burlada por el vicio. Su análisis avisa a los ilustrados de que el vicio, libre de valores y principios, cobra ventaja y prospera libremente, como las ideas de Isabel Díaz Ayuso o las cacerías sexuales del rey emérito. Si el juez estima que el príncipe Andrés firmó un contrato de silencio suficiente con una menor con la que mantuvo relaciones, no existe tráfico sexual ni víctima. Ni aunque la joven fuera captada por un millonario habitual en ese negocio. Congratulémonos pues de que no las asesinara e hiciera desaparecer, como les pasa a muchas mujeres de forma sistemática en otros países.

He visto a hijos matar a sus madres con el beneplácito de la familia, las instituciones y hasta de la resignada madre. El precio de dos cuidadores las veinticuatro horas del día se va haciendo más gravoso cuanto más resiste la paciente. De modo que se prescinde de un cuidador y se añade la mitad de su sueldo al otro. Gran ahorro, aunque el dinero invertido proceda de la propia víctima, que ya no puede administrarlo. El hermano más avispado se ocupa de vender, o distraer en una caja del banco, los bienes que ya no le sirven a la progenitora. Los otros hacen la vista gorda, porque al fin y al cabo nunca harán ascos a su parte, por pequeña que sea.

¿Qué habrían de hacer las madres abnegadas para no agonizar llenas de escaras y alimentadas únicamente con puré de carlota? Seguir el mismo principio que sus hijos: «primero yo, y luego los demás», pero después de alumbrar a su primogénito.

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