Los chats y las redes sociales están a reventar, mantenerse al día con la actualidad nacional cuesta, sobre todo cuando nos separan 8.000 kilómetros de distancia y existe una diferencia de 7 horas. Pero es un ritmo que muchas personas colombianas que vivimos en el exterior logramos mantener a propósito de las movilizaciones masivas que se dieron en el país en plena pandemia, que iniciaron el 28 de abril de 2021 y se prolongaron por más de tres meses, en la que participaron más de 10 millones de personas. Estuvimos en vilo por toda la información que nos llegaba a través de las redes sociales y que los medios de comunicación escasamente recogían; aprendimos a vivir en dos tiempos.

Ahora muchas estamos nuevamente en esa dinámica, pero por circunstancias diferentes. Las redes y los chats nos permiten seguir y tantear el pulso de lo que sucede en el país; una de las primeras conclusiones es que una gran parte de la población urbana y rural, empresarios, académicos, artistas y hasta deportistas están inmersos en una campaña electoral frenética, que inició con las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo y que se ha agitado aún más por las presidenciales que se celebran este domingo, 29 de mayo.

Estas elecciones son una oportunidad para que Colombia cambie radicalmente el curso de su historia, determinada por la violencia ejercida por unas élites para no perder sus privilegios. Su resultado implicará que se pueda construir una verdadera democracia o que sigan gobernando los mismos de siempre con otros rostros.

Sin embargo, el contexto de violencia en el que se está produciendo el proceso electoral cuestiona las condiciones en las que las opciones progresistas pueden ejercer la campaña. En el período comprendido entre el 1 de enero y el 23 de mayo de 2022, han sido asesinadas 77 personas líderes y defensoras de los derechos humanos, 20 firmantes del Acuerdo de Paz y se han cometido 40 masacres por diferentes grupos armados, en las cuales han sido asesinadas 342 personas. A comienzos de mes, las poblaciones que habitan la región norte del país fueron víctimas de confinamiento forzado a causa del paro armado decretado por el Clan del Golfo, un grupo paramilitar que sembró el terror durante cinco días.

Y ante este panorama, las elecciones de 1990 vuelven una y otra vez a la cabeza, porque han sido las más violenta en medio de la historia de dolor y sangre de Colombia, ya que fueron asesinados tres candidatos presidenciales (Galán, Jaramillo y Pizarro) y se dio el exterminio del partido político Unión Patriótica. Cuesta no pensar en ello cuando las amenazas a varios candidatos se han denunciado públicamente y algunos mítines se han tenido que dar tras escudos blindados.

Son grandes los desafíos que tendrá que afrontar quien resulte vencedor, en primera o segunda vuelta: reducir drásticamente uno de los niveles de desigualdad de ingresos más altos del mundo, poner en marcha políticas sociales para paliar la crisis económica generada por la pandemia, implementar el Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC hecho trizas por el gobierno de Duque, compaginar los compromisos de lucha contra el cambio climático con un modelo extractivista, etc.

Pero antes de llegar a esta parte, es necesario que las elecciones del domingo se realicen con todas las garantías para evitar repetir los errores e irregularidades detectadas en las elecciones legislativas pasadas, por organizaciones como la Misión de Observación Electoral, que denunciaron grandes diferencias entre preconteo y escrutinio, compra de votos, injerencias institucionales en la campaña. Y que no se extienda la incertidumbre de un posible fraude, para que los resultados sean aceptados por todos y no se quebrante aún más la democracia más estable de América Latina.

Para contribuir a esta labor de veeduría, desde el Espacio de Coordinación Estatal de Plataformas y Organizaciones de Solidaridad con Colombia se ha impulsado una misión de observación electoral del Grupo Interparlamentario por la Paz, constituida por 13 diputados y diputadas de diferentes parlamentos autonómicos y 3 integrantes de la Coordinación Valenciana de Solidaridad con Colombia, que tiene como objetivo comprobar la transparencia del proceso electoral en su conjunto.

El 30 ya analizaremos los resultados.