Frente al paisaje tan inquietante que vivimos, necesitamos políticas reales, políticas fácticas y no idealismos. Las necesitamos mientras que el crecimiento económico sigue ralentizándose y mientras que se presiona al BCE para que su prioridad sea reducir los precios, frente a los diferentes niveles de incremento que éstos están teniendo a lo largo de los 19 Estados miembros. Porque se trate de inflación o de estanflación (con aumento del desempleo), el seísmo sobre la economía no se ha producido todavía, aunque sus sacudidas las podamos vislumbrar: debilitamiento del mercado de trabajo, más hambre en países pobres, más emigración y más refugiados.  

 Acabamos de vivir el comienzo de la normalización de la presencia del Emérito en el reino de España. Y en el escenario de esa realpolitik, su figura se cierne entre la gravitación de su protagonismo en la transición a la democracia y frente al golpe de estado de 1981 por un lado y sus cuentas en Suiza, los fondos no declarados al Fisco y las donaciones de la monarquía saudí como irregularidades archivadas judicialmente, aunque no éticamente, por otro. Pero en ningún caso suma que el idealismo de las izquierdas radicales se aproveche de esta figura para dilapidar a la institución monárquica. Son solo ideologías que no suelen sumar entre ellas, y cuando lo hacen, es en torno a Sánchez.

 Este idealismo inspirado y sus fuerzas políticas establecidas a la izquierda del PSOE y frente a las políticas de los hechos, no han conseguido ni modular la lógica del interés ni constituir lo posible, una confluencia común para la experiencia andaluza del 19J. De modo que la vaporización del voto de estas izquierdas para sumar en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas de Nuestro Redentor, parece ser más bien lo probable, en contra de lo deseable.

 Constatar la realidad desde el idealismo y no desde los propios hechos puede conducir al descalabro político. Y tras esta experiencia andaluza, el ambicioso proceso electoral de Díaz, con el proyecto de escucha por toda España por un lado y con el proyecto de reunificar sus izquierdas por otro, supone demasiado cartel y demasiado ruedo para algo tan fácilmente constatable como es la lógica del interés en la política de la realidad. Además, en esta lidia, las posiciones que ocupen cada una de las formaciones políticas que vayan a sumar, suponen aristas ideológicas susceptibles de desavenencias, como está ocurriendo con Unidas Podemos, ya antes de comenzar. 

 Tenemos una clara y evidente realidad de los hechos en un mundo de interdependencia económica y de cadencia geopolítica. Frente a la cual, el secretario de Naciones Unidas advierte del espectro de la escasez de alimentos. Ya que con una Rusia en status de pariah y Zelesnki pidiendo en Davos un máximo de sanciones, además de la escasez del gas, el precio grano ha subido un 59%, y el de los fertilizantes un 300%.

 Frente a todo esto, el barómetro de mayo del CIS muestra que las preocupaciones de los españoles se centran en un 39,8% sobre los problemas económicos, en un 36,4% sobre el paro, en un 12% sobre los políticos, los partidos y el Gobierno, y en solo un 0,2% sobre la monarquía (con el recorrido de haber tenido un 0,5% a principios de este año, un 0,8% a principios de 2021 y un 0,9% - el peor- en marzo de 2013).

 En cuanto al empleo, los datos de abril indican que crece. Pero, solo un 40,7% en puestos indefinidos a tiempo completo, mientras que un 34,2% en puestos fijos-discontinuos y un 25,1% en puestos a tiempo parcial. Con la salvedad de que el trabajador fijo-discontinuo, cuando cesa en su trabajo y está en espera de que le vuelvan a llamar, no cuenta como parado en el computo estadístico. Por lo que esta figura de fijo-discontinuo arroja cierta incertidumbre sobre la calidad de sus propias condiciones de trabajo y sobre la realidad del crecimiento del empleo.