Venden la serie «Now and Then» como un thriller que explora las diferencias entre las aspiraciones de juventud y la realidad de la edad adulta. Las vidas de un grupo de amigos de la universidad cambian para siempre cuando uno de ellos muere después de un fin de semana de fiesta. Ahora, 20 años después, los cinco restantes se reúnen por una amenaza que pone en riesgo sus mundos aparentemente perfectos.

Puede interesarme porque soy público objetivo. Todavía recuerdo bien mi vida de estudiante y tengo esas veinte primaveras de recorrido posterior, aunque las sinopsis de novelas, películas y series son un recurso publicitario más de la industria que en incontables ocasiones lleva a la decepción.

Con un reparto espectacular, Maribel Verdú incluida, es la primera serie española de Apple TV+, producida por Bambú, los hacedores de «Velvet» y «Las chicas del cable», que fue la primera para Netflix. Sin embargo, a pesar de estas breves pero contundentes líneas de presentación, la serie creada por Ramón Campos y Gema R. Neira está pasando bastante desapercibida. Uno de los motivos es cuantitativo: la plataforma de la manzana no tiene ni de lejos la implantación de las otras. El segundo es cualitativo: una historia demasiado vista que no se adentra lo suficiente en lo que prometía el inicio del anuncio.

Un error del pasado vuelve para amargarnos la existencia. Mismo argumento de cientos de relatos y de la también reciente «Anatomía de un escándalo», un telefilm de intriga de domingo que afortunadamente es una miniserie cerrada. En ambas se alternan las escenas del pasado con las del presente utilizando intérpretes distintos, una buena opción que exige un alto compromiso de verosimilitud en el pacto de la ficción que se establece con el espectador, aunque en «Now and Then» se reserva para los cinco protagonistas y no para Rosie Perez, Jorge Perugorría y Alicia Borrachero, entre otros, que sufren el exceso de maquillaje para aparentar la edad que no tienen. La británica nos engaña porque no es posible reconocer al personaje de Michelle Dockery en su versión juvenil. Solo sirve para imaginar a Boris Johnson en su juventud.

La conexión entre las dos épocas está mucho más conseguida en la producción ambientada en Miami, rodada en inglés, español y spanglish, pero que flaquea en el dibujo de esos cuarentones perfilados con trazos de distinta intensidad. Todavía tienen dos capítulos para remontar y quizás quedarse una temporada más o pasar al olvido del streaming.