El 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado, un día internacional designado por las Naciones Unidas para honrar a las personas refugiadas y desplazadas de todo el mundo.

Para Sami Naïr en su libro Refugiados frente a la catástrofe humanitaria, una solución (2016): “Se trata de la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”. Los refugiados son “personas que huyen del conflicto y la persecución. Su condición y su protección están definidas por el derecho internacional, y no deben ser expulsadas o retornadas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo” (Amnistía Internacional).

En opinión del catedrático de la Universidad de Valencia Javier de Lucas, experto en políticas migratorias y derechos humanos, “un refugiado es la persona que lleva la muerte en su espalda y se encuentra un muro delante”. Por eso es tan importante recordar que tras las cifras de los refugiados hay personas.

Los últimos datos proporcionados por el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Tendencias Globales sobre Desplazamiento Forzado 2021, ponen de manifiesto la gravedad del tema. “A finales de 2021, había 89,3 millones de personas desplazadas en el mundo por los conflictos, la violencia, las violaciones de los derechos humanos y los desastres naturales”. Una de cada 78 personas del planeta ha tenido que huir, señala el informe. También nos muestra cómo el número de países afectados por conflictos se ha duplicado en la última década. Para que nos hagamos una idea, a día de hoy, si las personas desplazadas a la fuerza fueran los habitantes de un país, este sería el 14º más poblado del mundo. Unos datos a los que hay que añadir, siguiendo a ACNUR que el “42 % de las personas desplazadas son niños.”

Los países menos desarrollados acogen a más del 27 % de todos los refugiados. El 69 % de las personas refugiadas en 2021 en el mundo provienen de cinco países: Siria 6,8 millones, el 27 % de la población mundial de refugiados; Venezuela (4,6 millones); Afganistán (2,7 millones); Sudán del Sur (2,4 millones) y Myanmar (1,2 millones).

En España la situación de los refugiados, según los últimos datos publicados por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en 2020 se presentaron 88.762 solicitudes de asilo, un 25% menos que el año anterior, debido al impacto de la pandemia y al cierre de las fronteras; sin embargo, hubo un récord de resoluciones de expedientes con 114.919, incluyendo los acumulados de otros años, aunque es inferior a la media europea situada en el 33 por ciento.

Con independencia de cómo y por qué llegan a un país, el derecho internacional protege los derechos de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo a través de: (1) Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 14), que afirma que, en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país; (2) Convención de la ONU sobre los Refugiados, de 1951 y su Protocolo de 1967, que protege a las personas refugiadas contra la devolución a países donde corren el riesgo de ser perseguidas; (3) Convención sobre los Derechos de los Trabajadores Migrantes de 1990, que protege a las personas migrantes y sus familias; y toda una serie de instrumentos legales regionales sobre las personas refugiadas (como la Convención de la OUA de 1969, la Declaración de Cartagena de 1984, el Sistema Europeo Común de Asilo y el Reglamento Dublín, etc.).

La protección de las personas refugiadas engloba muchos aspectos, que van desde la garantía de no ser devueltas por el peligro que les supone, acceso a procedimientos de asilo justos y eficientes, hasta medidas para atestiguar que se respeten sus derechos humanos básicos y asegurar soluciones a largo plazo. Desde ACNUR se trabaja día y noche para lograrlo, pero como ellos mismos nos dicen, “no podemos hacerlo solos”.

Sin embargo, y como señala Adela Cortina (2019), “los medios de comunicación dan la noticia un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro, con la atonía, con el conformismo y el discurso plano de lo que se cuenta como irremediable cuando en realidad no lo es”.

La discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Discriminar es dañar los derechos de alguien por ser quien es o por creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetua la desigualdad. El Día Mundial del Refugiado es una ocasión para fomentar la comprensión y la empatía hacia las personas refugiadas y desplazadas en consideración de las difíciles circunstancias en las que se encuentran.