Es un hecho que el patrimonio cultural constituye un factor de desarrollo para cualquier territorio en tanto en cuanto que se caracteriza por su universalidad territorial, por sus potencialidades para cuando se pretende ponerlo en valor, y por su diversidad tipológica, así como su transversalidad disciplinaria.

De ese modo, el patrimonio cultural de la Comunitat Valenciana se encuentra localizado en cualquiera de los 542 municipios, hallamos una contrastada variedad de patrimonios por tipologías entre inmueble y mueble, entre material e inmaterial… y por categorías oficiales (y las que no), y constituye la base de un sector económico capaz de generar productos ligados a la generación de empleo.

Es sabido que el patrimonio cultural desde la perspectiva del desarrollo económico forma parte de los recursos que contiene un territorio, de su capital territorial, concretamente del denominado «capital cultural». Las fiestas, los bienes de interés cultural, los bienes de relevancia local, los museos, o cualquier manifestación del patrimonio contribuyen a incrementar las posibilidades de desarrollo de los lugares. Es la base de acciones con fines culturales, educativos, o turísticos, entre otros. La puesta en valor del patrimonio cultural precisa además de actuaciones relacionadas con el estudio, la rehabilitación, la restauración, la divulgación… desarrolladas por especialistas de diversas disciplinas, como la arqueología, la arquitectura, la antropología, la historia del arte, la historia, la geografía o la economía, entre otras.

La innovación territorial valenciana y su relación con el mercado laboral viene siendo objeto de estudio durante los últimos años merced al análisis de sectores, tradicionales o no, implantados en las diversas comarcas de la Comunitat Valenciana, mediante el impulso de Labora-GVA en el contexto del programa Avalem Territori. Recientemente el patrimonio cultural y su relación con el mercado laboral ha sido objeto de análisis y caracterización, teniendo como referencia los BIC de nuestro territorio, más de 1.800. ¿Qué dimensión en materia de creación de empleo adquiere la puesta en valor de los bienes de interés cultural?

Un equipo de investigadores integrado por Universidades de València, Alicante y Jaume I de Castelló hemos abordado dicho estudio, con la colaboración de los equipos técnicos de los Pactos-Acuerdos por el Empleo. Los resultados obtenidos son significativos, y permiten configurar un escenario singular.

Llama la atención que al menos unos 500 BIC generan empleo de forma estable, de los cuales 2/3 son directos, y el resto, indirectos. Son notables las diferencias provinciales entre unos y otros, pues en empleo directo destaca Valencia (52%), seguida de Castelló (35%) y Alicante (13%), mientras que, en empleo indirecto, es Alicante quien lidera (58%), y a continuación Castellón (27%) y Valencia (15%).

Mayoritariamente la administración pública es quien protagoniza estas iniciativas: 8 de cada 10 BIC analizados. La administración pública municipal lidera estas acciones, con el 50%; el gobierno valenciano canaliza un tercio, y el resto, las diputaciones provinciales.

¿Cuál es la finalidad de dichas intervenciones? ¿Cuáles son los usos habituales por los cuales se ha actuado en los BIC? La creación de productos turísticos representa alrededor del 40% de esos bienes, mientras que el uso cultural sobrepasa el 30%. El resto de usos son minoritarios, como el educativo (7%), y el social (6%). Somos conscientes en cualquier caso que cuando se actúa sobre el patrimonio cultural se pretende atender a varias necesidades, diversos fines, de manera no exclusiva.

La situación descrita en los BIC podría extrapolarse a los Bienes de Relevancia Local, BRL, que se aproximan a los 6.000, y a otras tipologías patrimoniales.

Del estudio concluimos que la puesta en valor del patrimonio cultural, en particular el de primer orden, constituye un excelente yacimiento de empleo. Se ha comprobado que hay una sólida trayectoria de actuaciones acometidas en los últimos años, con excelentes ejemplos en varias comarcas tanto valencianas, como alicantinas y castellonenses; y de la misma manera nos hallamos ante unos recursos territoriales con un gran potencial para generar nuevo empleo. Son numerosos los elementos patrimoniales aún por poner en valor y contribuir en consecuencia al desarrollo económico territorial.

Para ello son necesarias acciones conjuntas y coordinadas, que atiendan a las potencialidades de los municipios y de sus comarcas (estrategias supramunicipales); acciones que se inspiren en iniciativas innovadoras que sean de éxito en otros territorios; acciones que requieran una formación técnica especializada; y acciones que respondan a las necesidades socioeconómicas y las singularidades de nuestros municipios y comarcas. Nos referimos a la territorialización de dichas acciones.