No he visto el video de Santi Millán manteniendo relaciones sexuales con una mujer que no es su esposa. Nadie me lo ha enviado y cuando me enteré de la «noticia» lo habían retirado de las redes. Debido quizás a mi ingenuidad analógica, me sorprende aún que contenidos de esta naturaleza grabados de mutuo acuerdo se difundan si no ha sido uno de los protagonistas quien lo ha filtrado.

Los motivos sentimentales típicos de los telefilmes, como descubrir una infidelidad al cónyuge engañado, no encajan atendiendo a las palabras de la productora televisiva Rosa Olucha en sus stories de Instagram. Pablo Motos las leyó en «El Hormiguero»: «Yo estoy bien. Deberíais de preguntaros cómo está él. Es él quien ha sufrido un ataque a su intimidad, que, por cierto, es delito» (…) Yo no soy una víctima».

Siguió hablando acerca de su proyecto de familia basado en la libertad, el respeto y la tolerancia, y sobre la pereza ante la polémica que sigue provocando el sexo adulto consentido. Menos repercusión ha tenido la última idea de ese comunicado: «Los medios convencionales dais asco. Habláis de estos temas como ‘escándalos’ cuando en realidad tendríais que hablar de delitos o simplemente callar».

Ciertamente, medios de todos los colores, nativos digitales o engendrados en papel, programas de radio y televisión, han amplificado el tema llenando sus redes de titulares aludiendo al vídeo. Diarios de gran tradición y prestigio volcados en los últimos tiempos en el clickbait han repasado la participación del actor en el programa «Planeta Calleja» buscando referencias a la esposa y madre de sus dos hijos.

El Gran Wyoming calificó la difusión de las imágenes de «inmoral» y «poco ética», además de recalcar que es constitutiva de un delito. Como ha recordado la Policía Nacional en sus redes, difundir fotos o vídeos sin el consentimiento de quienes aparecen está penado con prisión, mientras preguntaban si nos parece divertido jugar con la intimidad de las personas. No quedan muchas opciones si se comparte sin un propósito malicioso - arruinar una carrera profesional o una relación de pareja- y sin pensar en los efectos devastadores que puede sufrir la persona agredida en su privacidad.

Mi primera impresión al conocer el asunto fue pensar que se trataba de alguna campaña de promoción de una serie similar a «Intimidad», la ficción española de Netflix que me han recomendado. Lo que no me ha sorprendido es que sea la más vista en la plataforma esta semana.