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alberto soldado

VA DE BO

Alberto Soldado

El Roland Garros de la pilota

Contábame hace unos días un compañero dedicado a la difícil tarea de informar que en la pilota valenciana, «se perdía». No conseguía estructurar un relato con un planteamiento, un nudo y un desenlace. Se perdía en la superposición de torneos, modalidades, competiciones desde edades casi prenatales hasta veteranos, que todo era una especie de «totum revolutum», un laberinto en el que acababa desorientado y rendido. ¿Qué contestar a esa percepción generalizada entre los no iniciados? La respuesta sólo puede ser una: la pilota valenciana es diferente. No se sujeta a los patrones del deporte de masas. Porque es mucho más que un deporte.

Algunos han soñado en podar sus ramas, dejando un par de modalidades troncales y convertir el resto en meras manifestaciones residuales, sin apenas proyección. Y lo cierto es que esas variedades se resisten a la tijera de muerte y vemos cómo ha rebrotado el Joc a Ratlles, incluida la Perxa, que parecía enterrada. Vemos cómo desde las comarcas norteñas se revitaliza el juego a Frares y hasta se construyen nuevas instalaciones. Vemos como la «galotxa» mantiene enhiesta su bandera… Y esas recuperaciones, esos rebrotes llenan de orgullo a los que sienten que este deporte, es efectivamente, un patrimonio unido y diverso. Y los patrimonios no hay que cuartearlos y venderlos, sino conservarlos. Más, si esa herencia se ha construido en las entrañas de las calles, con el sentimiento y la pasión de un pueblo identificado en luchas interlocales…

Metidos en su laberinto se trata de descubrir algunos puntos referenciales que sólo los iniciados en esta nuestra religión saben descubrir. Y uno de sus hitos es el Individual, el torneo unánimemente considerado como el de máximo nivel. El viejo y remodelado Pelayo, se llenó a para ver a Marc de Montserrat y a Puchol II de Vinalesa pelear noblemente por el titulo más deseado. Se trata de la partida más esperada del año. A ese compañero enredado en la madeja de competiciones, hay que decirle que ésta es como la final de la Champions en la Pilota Valenciana. O mejor, la final de Roland Garros. Después, para iniciarle en los arcanos de nuestra religión ya le explicaremos que Marc proviene de un club y de un pueblo que rescató a mediados de los setenta una rama que agonizaba como la galotxa. Que sus golpes poderosos y sus escorzos los aprendió en el torneo El Corte Inglés. Así es que hay que agradecer, a Marcial, el Chato Cucala, Rafa Ortiz y tantos otros, que no cayeran en la tentación de arrancar una de las ramas de la diversidad, sino al contrario, la cuidaran con esmero. Con matices diferentes, habrá que explicar que Puchol II proviene de un pueblo que recuperó la fortaleza de la pilota de vaqueta en los torneos de Galotxa y Llargues de finales de los setenta y principios de los ochenta y que como antes ocurrió con Ruiz o el Xato de Museros, acabaron convertidos en ases de la escala i corda, porque quisieron ser hitos en la historia de este singular deporte.

Querido compañero en la difícil tarea de informar: gracias por meterte en este laberinto. Poco a poco te impregnarás de la belleza de lo diverso. Y sabrás distinguir los hitos que te sacarán del laberinto...

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