Las ambiciones declaradas de China y sus políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores», proclama la OTAN en su último Concepto Estratégico, emanado de la cumbre de Madrid.

Los aliados de EEUU se han visto así arrastrados al conflicto de la que pretende por todos los medios mantenerse como la única superpotencia global con el país capaz de disputarle su hegemonía.

Washington ha querido poner en un brete al Gobierno chino al instarle a que condene la invasión rusa de Ucrania. Pero si Pekín no vio con buenos ojos la invasión, al mismo tiempo considera que la géneris del conflicto está en la estrategia norteamericana de desestabilizar a Rusia.

Para Pekín, esa estrategia tiene como objetivo último a la propia China, con la que EEUU intenta también elevar la tensión a fin de bloquear su crecimiento económico y, si es posible, provocar su fragmentación, como se intentó hacer ya con la antigua Unión Soviética.

Tal es la opinión de un profundo conocedor de China como es el italiano Alberto Bradanini, ex cónsul general en Hong Kong, ex embajador en Pekín y actual presidente del Centro de Estudios de la China Contemporánea, Alberto Brandanini (1).

Para el veterano ex diplomático italiano, EEUU no acepta que las diferentes naciones del mundo puedan convivir en su diversidad, conservando sus características ideales, sociales o económicas.

Según Brandanini, «la paz mundial no peligra por el crecimiento (económico) chino, sino por la patología de dominio de nuestro principal aliado, que niega a otros países el derecho de promover su propia soberanía y el crecimiento sobre la base de principios e intereses legítimos y autónomos».

Al Gobierno chino no le interesa para nada el conflicto, pues lo considera contrario a sus intereses, que pasan por el crecimiento de la demanda interna, de las inversiones y del comercio internacional, que, en caso de conflicto, serían sus primeras víctimas.

Hay que tener en cuenta que China comparte con Rusia los beneficios de un comercio bilateral de gran valor estratégico: importa por vía terrestre gas y petróleo, sin tener que pasar por mares controlados por EEUU, y exporta a su vez a Rusia productos como maquinaria y tecnología, entre ellos las redes 5G.

El valor del comercio ruso-chino se aproxima a los 150.000 millones de dólares con una ventaja para Rusia, que aumentará en el futuro por el incremento de la importación china del gas siberiano que aquel país dejará de exportar a Europa.

Pero Pekín tiene al mismo tiempo estrechos vínculos comerciales con EEUU y la UE, cuyo valor supera al comercio con Rusia: así, en 2021, los intercambios con EEUU alcanzaron un valor de 657.000 millones de dólares con un superávit para el país asiático de 335.000 millones.

El valor total del comercio con la UE fue de 695.000 millones con una ventaja también en este caso para China de 250.000 millones. A todo lo cual hay que añadir las inversiones recíprocas tanto con la UE como con EEUU.

Un total de 70.000 empresas estadounidenses hacen negocios en China con una facturación anual de 700.000 millones de dólares, según Bradanini, que destaca el importante papel de los mayores gestores de fondos del mundo que allí operan como BlackRock, Vanguard, Goldman Sachs, Mortan Stanley y otros.

EEUU y la OTAN denuncian mientras tanto las ambiciones militares de China cuando la realidad es que la superpotencia tiene en torno a 800 bases repartidas por el mundo, a las que hay que sumar las 42 de su principal aliado, el Reino Unido.

China tiene por el contrario de momento únicamente una en Yibuti, en el Cuerno de África, donde, como recuerda el experto italiano, también Italia tiene una, destinada a combatir a los piratas somalíes que operan en esas aguas.

EEUU, que mantiene operativos doce portaaviones frente a los tres de China, truena contra las ambiciones armamentistas de Pekín, en las que ve un desafío intolerable para su propia hegemonía militar global.

El ex embajador italiano no cree, sin embargo, que China esté preparando una invasión de Taiwán, que considera parte del territorio nacional.

Lo único que podría llevar a Pekín a intervenir a allí militarmente es una declaración formal de independencia por parte del Gobierno de la isla, algo que, en su opinión, no tendría mucho sentido pues es ya independiente en la práctica.

(1) En declaraciones recogidas por Sinistrainrete.