Advierto, previo a su lectura, que este artículo fue escrito antes de la tensión entre EE.UU y China por la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes a la isla de Taiwán.

En su día, transitamos de un mundo sumido en la “guerra fría” desde el fin de la II Guerra Mundial, a otro mundo que parecía iba a ser totalmente unipolar, con EE.UU y sus incondicionales, dominando el planeta.

Pero el tránsito, no se ha detenido ahí.

A partir de febrero de este año, Rusia ha dicho basta a las continuas expansiones y provocaciones de la OTAN, intentando llevar todo su poderío a la misma frontera rusa, incumpliendo el acuerdo entre Bush y Gorbachov de 1990, en relación a que ni la jurisdicción ni las tropas de la OTAN se extenderían a territorios situados al este de los límites de la Alianza en ese momento.

Y ese “decir basta”, se ha expresado con las armas: El único lenguaje que muchos parecen entender.

La guerra en Ucrania, donde ahora se pone el foco mundial, es solamente uno más de los muchos puntos de fricción existentes, fruto de la lucha entre quienes plantean un mundo unipolar (EE.UU) y el planteamiento multipolar (Rusia / China). Puntos de fricción, que según los intereses, pasan de ser un punto caliente al estallido bélico.

La desestabilización de quienes plantean la multipolaridad, ya comenzó cuando Occidente hizo todo cuanto pudo por desmembrar la antigua Unión Soviética, acelerando la aparición de multitud de países, unos inviables, otros artificiales, pero todos fácilmente dominables y manipulables (Estonia, Letonia, Lituania, Georgia, Moldavia, Azerbaiyán, Kazajistán, Bielorrusia, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Armenia, Kirguistán….). El objetivo: aislar y hundir Rusia, a la par que aprovecharse de los recursos naturales de unos países débiles, necesitados de financiación y asistencia técnica.

El acoso a la zona de influencia rusa, continua en la zona del Mar Negro, con el golpe de estado en Ucrania en 2014, propiciado por EE.UU y los grupos nazis locales, que se saldó con la huida del presidente constitucional (Víktor Yanukóvich), la rebelión de los habitantes del Donbás (Lugansk y Donetsk) con la consiguiente guerra “interna”, y la recuperación de Crimea, cedida por Rusia en 1954 cuando Ucrania era parte de la Unión Soviética.

Y la cadena de tensiones seguirá porque está en juego el control mundial de la población, de los recursos naturales, del agua, de la energía, del espacio,.. siendo el próximo eslabón el acoso a la otra potencia que apuesta por la multipolaridad: China.

¿Por qué China?

Porque China es la potencia económica más grande y fuerte del planeta, con una habilidad demostrada para el comercio, la industria y la diplomacia.

Porque China tiene una estructura gubernamental no democrática, pero muy sólida, imposible de controlar, quebrar, corromper o someter desde el exterior.

Porque las circunstancias han propiciado una sólida amistad de China y Rusia que no siempre fue así.

Porque China ha hecho un progreso increíble en el campo militar, pasando de un ejército relativamente pequeño y tecnológicamente atrasado, a un ejército numeroso y con una tecnología que puede compararse de igual a igual a EE.UU.

Porque China y Rusia están liderando el proceso de sustitución del dólar como moneda de intercambio.

Porque Rusia y China son los principales impulsores del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), países que concentran el 40% de la población mundial, el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) y poseen más de un tercio de la producción mundial de cereales. Grupo al que aspiran incorporarse Argentina, Egipto, Tailandia o Indonesia.

Porque China posee un internet propio, con lo que eso supone a efectos de propaganda e información.

Porque China, hoy en día, supone la única amenaza para EE.UU. en cuanto a la Revolución Industrial: Nanotecnología, industria aeroespacial, redes 5G/6G, Inteligencia Artificial, transporte eléctrico y energía nuclear.

Por esas razones, conociendo los precedentes y siguiendo la dinámica en otras regiones, era inevitable la provocación a China con el tema que más le duele: Taiwán, por si no fuera ya bastante provocación la multitud de bases que EE.UU. posee en Japón (desde 1945), en Corea del Sur y Filipinas.

No hay duda que las tensiones y provocaciones continuaran, porque frente a un bloque (OTAN), basado en intereses de EE.UU y que ofrece militarismo, el dólar como moneda, prepotencia y exige un incremento desmesurado de gastos militares, muchos países optarán por el otro bloque (Rusia/China), que sin renunciar a la fuerza, hace hincapié en una política de penetración comercial en base a ofrecer recursos naturales (gas, petróleo), materias primas, alimentos y proyectos de ingeniería civil.