Veo veo, - ¿qué ves?» ¿Quién de nosotros no ha jugado más de una vez a este juego? Pocos, o tal vez nadie. Incluso en otros países y lenguas tiene su homólogo «I spy with my little eye» cantan los padres profesores y alumnos en los países anglosajones. Sin embargo, hay 771 millones de jóvenes y adultos en el mundo, que, aunque quieran, no pueden jugar. Carecen de los conocimientos básicos de alfabetización.

El día 8 de septiembre, la Unesco conmemora el Día Internacional de la Alfabetización y desde Fundación por la Justicia, nos sumamos a reivindicar la necesidad de seguir logrando avances en esta materia, ya que es un derecho humano fundamental.

Gracias al esfuerzo conjunto de instituciones, gobiernos y entidades sociales, en los últimos 40 años los niveles mundiales de alfabetización han aumentado considerablemente. A pesar de ello, casi un 15% de la población del mundo sigue sin saber leer ni escribir. De ellos, un 60% son mujeres y la inmensa mayoría se encuentran en los países del África subsahariana.

La crisis de la Covid-19 ha empeorado la situación, sobre todo en las poblaciones más vulnerables, con escasos recursos y dificultades para el acceso a la enseñanza a distancia. En las regiones más empobrecidas, el abandono escolar es una consecuencia directa de las dificultades económicas familiares.

Es la trampa de la pobreza de la que tanto nos habla Jeffrey Sachs, y el motivo por el que los países más pobres no pueden prosperar por sí solos. En una economía de subsistencia, el presupuesto familiar se destina a satisfacer las necesidades básicas. No hay tiempo para el ahorro, para el ocio, para el estudio, ni para la salud. Llevarse algo que comer a la boca es el objetivo diario. Y mañana ya veremos. La escuela para millones de familias del mundo empobrecido es un lujo que no se pueden permitir. Así, los niños se convierten en víctimas del trabajo e incluso de la explotación infantil.

Desconocemos todavía cuál será el impacto de la guerra de Ucrania en el índice de alfabetización del país, que actualmente se encuentra en tercera posición a nivel mundial (con un 99,97 % de la población alfabetizada), por detrás de Uzbekistán y la República de Corea. Lo cierto es que, tras estos seis meses de invasión rusa, y a una semana de comenzado el curso escolar, únicamente las escuelas que disponen de refugio pueden realizar clases presenciales. Por lo que los alumnos de las zonas rurales que no dispongan de recursos para estudiar en línea serán, como siempre, los más perjudicados.

Siguiendo las palabras del intelectual brasileño Paulo Freire, uno de los principales defensores de la alfabetización en adultos, el acceso a la educación es la base para conseguir todos los principios que defendemos desde Fundación por la Justicia: el conocimiento propicia la igualdad. Todo proceso educativo debería comprometer a las partes por igual (ayuda auténtica), en un esfuerzo común para transformar realidades a través del pensamiento crítico. Algo tan sencillo como saber leer y escribir nos hace disponer de las herramientas y capacidades para poder tomar decisiones. Nos hace libres. Nos permite emprender acciones que generen desarrollo.

Sigamos juntos tomando consciencia de esta necesidad humana y global. La necesidad de seguir aprendiendo para que disminuya la diferencia entre los seres humanos, entre los opresores y los oprimidos. Ayudemos a aprender, en un esfuerzo conjunto, verdadero y ético, para que pronto no haya ser en el mundo que no pueda jugar al «veo veo». Y si no juega, que sea por decisión propia.