La educación es un complejo sistema que bien debe basarse en tres engranajes: familias, alumnado y docentes. Una buena relación, en contacto continuo y sin fricciones, supone que el conjunto esté «bien engranado» y que funcione adecuadamente.

En este sentido, la figura de los tutores y tutoras, responsables de un grupo clase y que deben conocer a su alumnado, constituye una herramienta esencial para hablar, compartir, informar y buscar hojas de ruta, con el fin de que el alumno o alumna desarrollen su mejor versión y potencial. La hora de tutoría individualizada de cada docente es otro ejemplo de espacio de diálogo y comunicación.

Grupos de padres y madres, tipo WhatsApp, donde pueden, en ocasiones, verterse opiniones sobre metodología didáctica u otros aspectos, meramente profesionales del ámbito docente, pueden suponer, dependiendo de «qué se dice y cómo se dice», un elemento distorsionador en el proceso de aprendizaje del alumnado.

Debería de ser indiscutible que lo que todos buscamos, incluso los centros educativos y los profesionales de la educación, los docentes, es que nuestros hijos e hijas, nuestro alumnado en general, aprendan a aprender, que reconozcan lo importante, que relacionen aspectos, áreas de conocimiento y que a su vez estén motivados por ir a clase, por descubrir cosas, por encontrar soluciones a problemas o simplemente, por soñar y crear cosas nuevas, y, por si no fuera poco, también a desenvolverse adecuadamente en un mundo cada vez más complejo y cambiante como el actual. A todo esto debe enfrentarse y ser capaz un docente del siglo XXI.

No se trata de prohibir los grupos de mensajería; sería ilegal. Se trata de utilizarlos con responsabilidad, respeto hacia el otro y educación, algo que, por otro lado, también pedimos a nuestros hijos e hijas al utilizar el móvil. Verter ciertas opiniones ´fuera de tono´ agreden a la dignidad de cualquier persona, incluso a la del docente.

La tecnología no es mala en esencia, depende del uso que se haga de ella. Ese uso que hacemos las personas, padres, madres, alumnado o docente, se puede resumir en la gestión de nuestra libertad, de nuestra conciencia y nuestra responsabilidad.

Hablar, dialogar, analizar y acordar, siempre son buenas iniciativas, sobre todo si existe la oportunidad de decírselo a la persona interesada, ya sea por medios digitales o en un encuentro directo y personal, y, principalmente, de contar con la posibilidad de hacerlo.