Las diferencias socioeconómicas entre los sistemas urbano y rural son evidentes. Unas diferencias relacionadas con la función de dependencia del rural respecto al urbano. Aquel está asentado en territorios subsidiarios respecto a los urbanos, de manera que alimentos, recursos naturales, producción energética, espacios de ocio, o paisajes atractivos, han sido y son suministrados tradicionalmente para uso y disfrute de los habitantes de las ciudades.

La subsidiariedad viene acompañada de una desigualdad entre las oportunidades económicas y sociales ofrecidas por ambos territorios, de manera que quienes viven en el medio rural se hallan en franca desventaja ante las posibilidades halladas en el sistema territorial urbano. Y, por lo tanto, sus respectivas sociedades locales.

El sistema rural valenciano participa, del mismo modo, de diferencias y también de desigualdades internas en su estructura socioeconómica, de manera que se observan evidencias de escenarios sociales distintos. Es el caso de la situación de las mujeres en el medio rural. Varios procesos territoriales vienen afectando a su condición, en particular durante las últimas décadas.

Nos referimos en primer lugar al éxodo rural, la despoblación, el envejecimiento y la masculinización. Estos procesos determinan el papel de la mujer rural, tanto en el mercado laboral, como en el ámbito doméstico y familiar, pues se ha ido configurando una problemática en el medio rural, un aumento de la dependencia y de las cargas sociales y familiares. Ello ha repercutido en la condición de la mujer como cuidadora. En segundo lugar, la falta de relevo generacional como consecuencia del descenso de la natalidad es acompañada de la desaparición de servicios básicos de tipo sanitario, educativo y social en los pueblos. Esa pérdida en la atención pública es asumida parcialmente por la mujer rural.

En tercer lugar, el éxodo femenino. Éste adquiere un singular protagonismo. Se trata de una «huida ilustrada» como han apuntado varios autores, pues las jóvenes con mayor formación académica no consiguen un empleo cualificado acorde a su preparación y deciden emigrar a la ciudad. Se da la circunstancia que además no encuentran en sus territorios de origen posibilidades de ocio, ni amplias relaciones sociales.

Finalmente, el aislamiento geográfico y social, y la baja densidad de población. Por una parte, el aislamiento geográfico depende de las conexiones con otros núcleos de población, especialmente las capitales comarcales, y las bajas densidades demográficas repercuten negativamente en el mantenimiento de los servicios de transporte público. La movilidad de las mujeres rurales es fundamental para su formación, y su inclusión en el mercado laboral. Por otra parte, la distancia social de la mujer rural, el aislamiento social, es una consecuencia de la propia estructura socioeconómica del sistema rural, y puede generar incluso problemas de violencia de género. Con todo, la mujer rural valenciana se halla en una posición de debilidad, si la comparamos tanto con el varón «rural», como con el resto del territorio de la Comunidad Valenciana. Una situación de fragilidad que se aprecia en las condiciones actuales del mercado laboral. Son evidentes las brechas que se manifiestan cuando analizamos la información estadística facilitada por Labora-GVA, en el contexto del programa «Avalem Territori»: la tasa de actividad de la mujer rural se encuentra 10 puntos por debajo de la del varón; en la tasa de ocupación, la diferencia es de 13 puntos entre ambos sexos; en la tasa de desempleo, la brecha es de 5 puntos. En términos de contrataciones, la distancia entre sexos en el medio rural, es del 12% a favor del varón (56% y 44%, respectivamente). Los contratos de jornada laboral completa de los varones representan el 80% del total formalizados, mientras que en las mujeres rurales asciende al 60%. Se aprecia además una gran especialización por parte de la mujer rural en el sector servicios, el 81% del empleo femenino, cuando para la Comunitat Valenciana es el 55%. En cualquier caso, no se trata de trabajos que requieran en general una específica cualificación.

Recientemente un estudio realizado por investigadoras/es de la Universitat de València ha contribuido a definir el escenario social de la mujer rural. Entre los resultados obtenidos destacamos aquellas conclusiones que contribuyen a comprender su actual caracterización:

- La mujer rural protagoniza el trabajo doméstico (55% de las mujeres encuestadas), mientras que el 39% manifiesta que es compartido con la pareja.

- Protagoniza los cuidados de dependientes en el propio hogar (45% de las encuestadas, y 26% comparten con la pareja).

- La mayoría no están asociadas. El 80% así lo manifiestan. Sin embargo, más del 60% de las mayores de 64 años sí pertenecen a alguna asociación.

- Sus principales necesidades formativas declaradas se hallan en las áreas sociosanitaria, agroalimentaria y uso de nuevas tecnologías.

- El incremento de la «brecha digital» de la mujer rural está relacionada con bajos niveles de estudios y grupos de edad avanzada.

- Una amplia mayoría, alrededor del 80%, declara tener la intención de permanecer «en el pueblo», no emigrar. Un indicio más del protagonismo que adquiere el sentimiento de pertenencia de la mujer rural respecto a su territorio.

Por todo ello, las estrategias destinadas a combatir los problemas del sistema rural, en particular el despoblamiento, están obligadas a considerar la situación social y laboral del colectivo de las mujeres. Así se recoge en el Plan Estratégico Valenciano Antidespoblación, Estrategia AVANT 2030 (primavera 2021) y el Anteproyecto de la Ley Valenciana Antidespoblación (septiembre de 2022).

Se debe tener en cuenta el escenario actual de la mujer rural, no sólo porque se trata de un proceso más que muestra la falta de cohesión social existente en las comarcas del interior, sino porque en las actividades y funciones que desarrollan, visibles o no, son insustituibles. Como nos comentaba recientemente un alcalde de un pueblo de la comarca de la Serranía valenciana, «las mujeres rurales son la pieza clave del puzzle rural». Lo compartimos