Todos los habitantes de la Patacona nos sorprendemos con la llegada del crepúsculo, de las masas de individuos cargados de neveras portátiles, bolsas, así como mesas y sillas de campo, que toman con descaro el paseo marítimo de la Patacona, frente a los otros restaurantes del propio paseo, conocido por los vecinos, como "el restaurante del sobaquillo. 

Algo que caracteriza a las sociedades avanzadas es la seguridad y, el respeto a la ley, y por ende, el respeto al espacio público. En este caso, es el paseo marítimo, como eje vertebral de una población, eminentemente costera, como en cualquier otra población de la costa.

Algunos lo ven como algo simpático y divertido, aunque cutre y friqui, dentro del tipismo valenciano del aldeano de alpargata, que tan bien retratara Blasco Ibañez, en sus novelas costumbristas, pero a muchos otros les parece más serio, como un espectáculo bochornoso, descarado, y dantesco, en la tercera ciudad española, pues esta costumbre llega tambien a la costa de la capital valenciana, además, por todos los efectos colaterales y perversos que se añaden, como la limpieza, y dado que con la bebida conlleva el mal beber de algunos, y las voces y broncas, entre otras lindezas.

Es fácil reconocer que esto forma parte de las miserias de la democracia, pues, seguramente los partidos políticos de la población con aspiraciones a gobernar no quieren perder votos, así la guardia civil y policía nacional, y sobre todo la policía local, hacen su juego de paripé, a diario, para restablecer el orden público. Penoso y patético, hortera y cutre.