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Martí

La ruta 50 de Mazón

Carlos Mazón. EP

La máxima celebración de la revolución fiscal de Ximo Puig fue la de Carlos Mazón. Rebajar impuestos es el relato único del PP, y de paso la propuesta del PSPV descolocó al gobierno de Pedro Sánchez. Con una carambola así, el líder de los populares valencianos no necesita adversarios y encima sumó enteros ante su jefe, Alberto Núñez Feijóo. Claro que el parentesco entre la reforma botánica y la popular es ficticio, pero entrar en la agenda política del PP por la puerta grande destapa la debilidad demoscópica de Puig, y de sus socios, porque sin ellos no se puede revalidar el actual Consell. Por eso, se equivoca la izquierda valenciana en menospreciar al candidato popular, anteponiendo con grandes ademanes la solvencia de la actual gestión con alguien que ni siquiera es diputado autonómico, pues olvidan que eso mismo hizo el lermismo en 1995, subestimar a Eduardo Zaplana. Con la diferencia que el oponente de hace casi treinta años era alcalde de Benidorm y el del próximo mayo es el todopoderoso presidente de la Diputación de Alicante.

Mazón desalojó a Isabel Bonig de la presidencia del PPCV por su proximidad con Teodoro García Gea, cuando el murciano era el secretario general de Pablo Casado. Tras la ascensión a los cielos populares del expresidente de la Xunta hubo dudas por mantenerlo, sin embargo, las encuestas de Génova ya daban que el partido electoral autonómico se disputaba en la circunscripción alicantina, y ahí el presidente de la corporación provincial es imbatible. Así que no hay que esperar muchos anuncios de Mazón porque solo tiene que alquilar un buen palco para asistir a la descomposición botánica.

Hay dirigentes del PP valenciano que reclaman más presencia de Mazón, y pueden que tengan razón, pero el alicantino ya pasa más días en València, con casa en el Eixample. Cierto que su jefe de gabinete dispone de poca información valenciana, como argumentan las patas negras populares, pero insisto, él sacará más votos que Puig, otra cosa es la suma, si da para un tercer botánico, o el PP es capaz de llegar a los 50 diputados, la mayoría absoluta. Nunca se harán públicos, pero hay algunos sondeos serios que indican esa posibilidad. Tampoco es de extrañar, porque el comportamiento electoral histórico de los valencianos se asemeja mucho al andaluz, según cotice la marca en Madrid.

Que el PP hará todo lo posible para recuperar la Generalitat no es un secreto, parece una obligación para Feijóo antes de medirse a Sánchez para la Moncloa. Así que Mazón estará muy acompañado, además de la estimable ayuda de María José Catalá en València, contará con la complicidad de Esteban González Pons, cada día más cerca físicamente del líder del PP, también con el recuperado Gerardo Camps, más lúcido que nunca, y la siempre influyente Belén Hoyo. Todos con el único afán que Mazón sea el próximo inquilino del Palau.

Por contra, Puig va quemando cartuchos como el de la bajada de impuestos, en una carrera en solitario, rodeado solo de aduladores y meritorios. Encima llega Joan Baldoví con muchas ganas, suyas y del renacido Bloc (ahora Més Compromís), que han esperado mucho para volver a tener el protagonismo tras sacudirse el peronismo de Mónica Oltra. Un curso emocionante.

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