El 9 d’Octubre constituye un día de celebración. En esta fecha el pueblo valenciano recuerda la conquista de la ciudad de València por parte de Jaume I y, sobre todo, reivindica sus señas de identidad, su manera de ser y sus singularidades. Se trata de una jornada importante por lo que rememora y, principalmente, por aquello que simboliza.

Este año, ya sin las limitaciones de movilidad, aforo y mascarillas de 2020 y 2021, la festividad llega envuelta en sus propios problemas y contexto. La pandemia de covid sigue patente y a ella se suma una subida acelerada de los precios que ha disparado la inflación y, al mismo tiempo, está empobreciendo progresivamente a la ciudadanía. Con el fin de revertir esta situación salió CSIF a la calle en Madrid en una multitudinaria manifestación el pasado 24 de septiembre.

Esta coyuntura sanitaria y económica se produce a escasos meses de las próximas elecciones autonómicas y locales, las que marcarán el rumbo político de la autonomía y los municipios entre 2023 y 2027. Lo hace mientras los diferentes partidos políticos orientan sus esfuerzos a nombrar candidatos y a empezar a configurar sus listas, una circunstancia que, por desgracia, suele detraer la atención de lo que verdaderamente importa: el mantenimiento del estado de bienestar y, para ello, la inversión en empleo y recursos públicos.

El 9 d’Octubre también supone un hito en el camino de las reivindicaciones autonómicas. En este sentido, por ejemplo, comprobamos cómo un año más la Comunitat Valenciana continúa infrafinanciada, lo que significa que recibe menos dinero estatal del que le correspondería por su número de habitantes. Esto repercute en menos fondos para sufragar de manera adecuada recursos tan esenciales como sanidad, educación o ayuda a la discapacidad.

También seguimos sin recuperar esta autorregulación normativa que supondría el Derecho Civil Valenciano al no ponerse de acuerdo todos los partidos políticos en aplicar el cambio constitucional necesario. Nos falta igualmente el corredor mediterráneo que mejoraría ostensiblemente la comunicación y el transporte.

Vivimos, por tanto, en un contexto en el que se agravan los problemas y no llegan las medidas que podrían ayudar a solucionarlos. Esta circunstancia, por ejemplo, se observa en los servicios públicos, con plantillas envejecidas y diezmadas por falta de relevo, con una sanidad cuyos trabajadores recurren a toda su energía, vocación y profesionalidad para sortear la escasez de personal. Si repasamos otros sectores como educación, justicia, policía local, administración del Consell, Administración General del Estado… nos encontramos con patrones similares: sobrecarga burocrática, ofertas públicas de empleo con retraso y escasas y falta de los medios materiales necesarias.

En este 9 d’Octubre pedimos al Consell que potencie los servicios públicos con el objetivo de mejorar la atención a la ciudadanía y que lo haga negociando y sin dejar de lado a interlocutores tan representativos como CSIF. Queremos, en días como este, sentirnos especialmente orgullosos de lo que somos y de lo que aportamos. Y para ello necesitamos los medios adecuados. La Comunitat Valenciana lo merece.